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Jorge Valdés Díaz-Vélez

Actualización: 24/01/2012

Jorge Valdés Díaz-Vélez

Poemas Negro sol, Nadie, Los argonautas y Parque México

Negro sol

Nadie

Parque México

Los argonautas

 

 

 

Negro sol

-et mon luth constellé
Porte le soleil noir de la Mélancolie.

Gérard de Nerval

Nadie nos dijo que sería
fácil andar sobre esta tierra,
que los senderos a la muerte
son un atajo hacia su cúspide,
o que el dolor del alma hiere
las soledades que nos restan.
No hubo advertencia en los antiguos
nombres de la melancolía.
No eran presagio: «bilis negra»,
«tristeza sin raíces», «duelo
frente a una pérdida intangible».
Pesa la tarde en el sentido
de su cancelación. El nuestro
nos lo ha enseñado un sol más duro
y hemos tenido que aprender
a caminar con él a cuestas.

 

 

Nadie

Para Piedad Bonnett

Volví a Ítaca, a sus médanos
de bruma evanescente, al sol
que la traspasa y a las calles
que mi memoria soñó hermosas.
Degusté el sexo de los higos,
la pulpa de un dátil, el cálido
resplandecer de la aceituna.
Fui un extranjero entre los míos.
Nadie advirtió que tras la máscara
tallada por la espuma, iba
yo, el heroico (ese mendigo
sin sombra que salió una noche
de lágrimas al mar) Ulises,
el pródigo en historias vuelto
del más allá de su leyenda.
Antes que el alba, regresé
a la costa y enfilé al sur.
No reconoceré los muelles
a donde vaya mi deliro.
Sólo sabré que estuve en Ítaca
para reinar sobre mi espectro.

 

Parque México

 

Un dulce olor a primavera
entró al crepúsculo sin sombras.
Cuerpos de joven insolencia
van abrazados a otros cuerpos
debajo de las jacarandas.
Han empezado a florecer
antes de tiempo. Morirán
también sus pétalos muy pronto,
memoria en ruinas del verano
su sangre aún por reinventarse.
Pero hoy me muestran su belleza
con certidumbre, la esperanza
del resplandor violáceo y tenue
de su fugacidad perpetua.
Se adelantó la primavera.
Llegó de súbito su aroma
como la luna entre las ramas
y este dolor al fin del día.

 

 

Los argonautas

 

Han venido a cantar «Las golondrinas».
Llegarán a Nogales en tres días.
A Chicago, tal vez, en dos semanas.
Tienen familia allá, del otro lado.
Son de Minatitlán o Villahermosa.
Otros, de El Salvador y Nicaragua.
Su imagen de Illinois es una estatua.
Un campo de maíz la de Chicago.
Conocen el desierto sólo en fotos.
Van a seguir las huellas del coyote.
No levanta la niebla en la otra orilla.
Gibraltar se distingue a duras penas.
Son del Magreb y el sur de Cabo Verde.
Van a echar al oleaje su fe ciega.
Cruzarán en silencio todos juntos.

 

 

 

 

 

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