Estás en: Rogelio ...

Rogelio Guedea

Actualización: 24/01/2012

Rogelio Guedea

Poemas Crónicas de otros exilios y Campo minado

Crónica de otros exilios

Campo minado 

 

 

Crónica de otros exilios

tú no te vas a acordar seguramente de aquella
camioneta vieja de redilas padre/no te acordarás seguramente que
un día de mil novecientos me dijiste que iríamos
a llevar una carga de polietileno al centro de readaptación social
de guadalajara/que ahí, dijiste, te la pagarían a buen precio/mi madre
-seguro ya no lo recordarás, te digo- nos hizo unos sánguches que envolvió
en papel de baño porque se le habían terminado las servilletas de colores
y en la tienda de abarrotes de la esquina compramos
dos cocacolas para el camino/arrancamos diciéndole adiós a mi madre
que se quedó parada afuera de la casa con el codo apoyado en el cancel
negro/ no recuerdo -y seguramente tú tampoco- lo que fuimos platicando durante el trayecto, casi no hablábamos o hablábamos poco cuando viajábamos,
pero lo que sí recuerdo es la vieja camioneta en la que llevábamos la carga de polietileno, me daba tristeza ya desde entonces por ti, por mi madre, por mí mismo,
tener una camioneta vieja como ésta en la
que llevábamos la carga de polietileno y no los coches último modelo de los compañeros del colegio cuyas llantas hacían rechinar
al arrancar / no sé por qué sabía que el viaje sería larguísimo
y la paga que cobrarías tan pobre, tanto
que tuvimos que llegar a la casa de tu hermano ricardo, entonces
superintendente de petróleos mexicanos, vivía a las afueras de
guadalajara y tenía una casa envidiable, con muchas habitaciones
y una sala grande y un comedor como para cientos de personas, incluidos
amigos y enemigos, y es que no tenías siquiera para pagar un hotel, padre
y por eso tuvimos que molestar al tío ricardo esa noche/ recuerdo -seguro
que tú no- que mi tia yelila, la mujer del tío ricardo, nos dijo que dormiríamos en la habitación de mi prima yeli,
que se había ido de excursión con unas compañeritas del colegio/
seguramente tampoco recordarás que esa noche yo no podía dormir nada más de pensar en la vieja camioneta
que nos trajo de colima hasta aquí,
ni tampoco podía dejar de pensar en la posibilidad de que te robaran el polietileno que no quisiste asegurar
bien con cadenas y candados porque decías que había
policía privada cuidando la zona y no hay problema, ni podía
dormir nomás de pensar en lo poco que te pagarían
por la carga a pesar del largo viaje que hicimos, y cuando te dije que
no podía dormir, que me sentía como ahora me siento después de
más de veinticinco años de andar otros caminos, me dijiste que no fuera
maricón y que cerrara los ojos, y cuando yo te iba a explicar que
ya había intentado cerrarlos muchas veces y ni así, para
luego decirte que en realidad me dolía tanto que fueras un pobre desgraciado al que le salían mal todos los negocios, tú empezaste a roncar
como nunca antes te había escuchado, y entonces ya no quise decir nada,
me quedé con la boca cerrada, las manos cruzadas en el pecho,
los ojos fijos mirando las aspas del ventilador de techo
que daba vueltas, y vueltas,
y más vueltas,
como ahora lo hace mi corazón arrodillado.

 

Campo minado

Dicen que cómo puede vivir un poeta así llevando
dentro una madre ausente, una casa en ruinas,
caminando por las calle construyendo castillitos
imaginarios o armando rompecabezas como libros
que nunca leíste, y que escribí para agradarte/
dicen que un poeta así no se libra de ésta aunque huya o echen
de su país, ni aunque viva en otro país lejano, ajeno
como tus manos ya, escribiendo más libros que escribí
para que tú los leas algún día y no para ganar,
dicen, fama y fortuna, sino para ganar la batalla de tu amor, madre:
país al que regresaré, jamás.

 

 

 

Share this