Estás en: Viaje im...

Actualización: 24/01/2012

Javier Bozalongo

Viaje improbable

Por Álvaro Salvador

Las tres secciones del libro

 

Teoría del viaje

Javier Bozalongo es uno de esos poetas discretos que irrumpen en el panorama poético nacional de una manera discreta y tardía. Antes de este libro, Bozalongo ya había publicado un par de cuadernos, Liquida nostalgia (2001) y Hasta llegar aquí (2005), aunque en puridad puede considerarse éste que comentamos como su primer libro. Discrección, timidez al iniciarse en un contexto prestigioso, carácter quizá, lo cierto es que la poesía de Bozalongo tiene mucho que ver con su propia trayectoria vital.

El tema del viaje es uno de los más recurrentes en la literatura moderna. Desde que en los relatos ilustrados quedara claro cómo la subjetividad se educaba y construía en el conocimiento de la naturaleza, los viajes han conformado la escenografía de buena parte de las instrospecciones subjetivistas de la literatura occidental. Viajes, como es conocido, de dos clases: exteriores e interiores. Un viaje improbable es un viaje que quizá, por una razón u otra no se pueda hacer nunca, pero también un viaje improbable es un viaje que no se puede probar, un viaje clandestino, furtivo, imposible. El “viaje improbable” de Javier Bozalongo es, sobre todo, un viaje interior, cuyo carácter queda claro desde el primer poema del libro: “Algunos viajes tienen/ un principio impreciso/ una razón confusa...” No es que el personaje poético desconozca el viaje o no lo practique, al contrario, la imaginería de los viajes reales (tal y como demostró en su libro anterior) le es muy familiar y la utilizará aquí para la construcción del escenario simbólico de su viaje “improbable”.

 

El libro se divide en tres secciones: “En el andén”, “En el camino” y “Recogida de equipajes”.  El sentido de esta primera parte, que es también la clave oculta del libro, ya se revela en el poema que cierra la sección: “Olvida lo que sabes./ Vacía tu memoria./ Deja la mente en blanco [...] El agua siempre encuentra el camino de vuelta…” En la segunda sección se nos descubre claramente el tema del viaje improbable, es decir, el deseado, el nunca hecho, el clandestino. El primer poema sitúa al lector en el escenario de la ciudad mítica, la que aguarda detrás de los andenes. Sin embargo la conclusión es inesperada y dura: “ Un tren ajado/ con vagones repletos os dejó/ en los años ochenta,/ varados en mitad de un espejismo,/ falsa promesa.” El viaje soñado parece estar estancado en el presente, inmovilizado por la rutina, lleno de cicatrices y de heridas abiertas por el tiempo: “La sangre es dulce y el rencor amargo”. Uno de los mejores poemas del libro, Cenizas, resume de un modo memorable toda esta impresión de tiempo detenido, de viaje fracasado: “¿Quién provocó el incendio que dejó estas cenizas?” No obstante, en toda la sección hay otro espesor paralelo, otra conciencia, expresa en muchos poemas, que incita al personaje poético a emprender un nuevo viaje, emocional, regenerador, vivificante: “...navegar y beber/ boca comprometida en la palabra/ manos, por fin sin miedo.// Y viento, viento, viento/ alegre, fresco, nuevo.”

De cualquier modo, no sabemos finalmente si sucede, si sucedió o no el viaje prometido, de ahí la pertinencia, el hallazgo constante del título. Porque en realidad se nos escamotea, como en una suerte de elipsis, su contenido, ya que la tercera parte narra el regreso de ese viaje improbable, en el que se apela a la poesía para suturar las heridas del tiempo y de la vida.

Share this