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Portada de En selva de inquietudes, de Alberto Girri

Actualización: 24/01/2012

Alberto Girri

En selva de inquietudes

Por Josep M. Rodríguez

Amplia antología preparada por la editorial Pre-Textos, con una excelente selección de poemas que permite "revisar la obra de una de las voces más personales y absorbentes de la poesía hispanoamericana moderna. 

En el tramo central del río Amarillo se desarrolló, durante el neolítico, la cultura Yang Shao. Entre sus manifestaciones artísticas destacaba la cerámica, decorada a veces con un estilo realista y, otras, utilizando geometrías y formas simplificadas. Resulta fascinante esa temprana cohabitación entre lenguaje figurativo y lenguaje abstracto, en un diálogo que se ha mantenido vivo en la tradición china, con la particularidad de que algunos artistas actuales -como Yang Yushu o Zu Jinshi- persiguen aunar ambas orillas mediante "una superación de contrarios, opuestos, / un vaivén que tiene lo lejano / por próximo, por distante lo inmediato, / bajo por alto, alto por bajo".

Los versos anteriores pertenecen a "Quartetto serioso", de Alberto Girri (1919-1991). Un poema -prácticamente una poética- que empieza con una reveladora declaración de intenciones: "Que tu percibir / vaya en sentido oblicuo, / nunca rasante, // no te desanime / lo relativo de su fidelidad". Para Girri, el arte no sólo debe reproducir, sino también producir. O lo que es lo mismo, tiene que ir más allá de la copia. Por eso no debe preocuparnos su fidelidad, su relación con los objetos del mundo visible.

Mediante esa mirada oblicua o, si se prefiere, estrábica, el poeta concilia lo exterior y lo interior, lo figurativo y lo abstracto. Para Girri, los extremos se unen: la cuerda se convierte en círculo. Ahora bien, mientras en las formas geométricas de la cultura Yang Shao que presentan similitudes con el arte abstracto del siglo XX los códigos que se utilizaban era colectivos -cualquier persona entendía el significado de los motivos decorativos, probablemente porque se trataba de símbolos rituales o religiosos-, en el arte abstracto moderno sucede todo lo contrario: el proceso de codificación es distinto para cada autor. De ahí su hermetismo. Al que Girri alude en uno de los textos de El motivo es el poema (1976), en el que relaciona la pintura con la escritura: "dibujando en el aire entidades / muy diferentes de las que se contempla, desfigurar / de su mano sin control, propósito / de difícil inteligencia, indescifrable".

Y, en cierta medida, uno tiene la sensación de que la obra de Alberto Girri fue ganando en dificultad con el paso de los años. Dificultad para el lector, sí, pero también para el poeta: "Una premisa constante, la duda, / indagando en la realidad". De esa desconfianza y de esa indagación nacen los versos fracturados de Girri, su sintaxis compleja: como fragmentos de un espejo roto.

Así, el poema se convierte en una búsqueda. Y la tradición es a menudo el mapa del tesoro -lo que explica las continuas referencias a escritores y pensadores: de Virgilio a C. K. Williams, pasando por textos como "A Thomas de Quincey", "Desde Kierkegaard" y "Auden, 1934": "ni el sufrimiento / ni el compartir leyendas, / adoraciones, motivos, / Durero / cobijando a San Jerónimo / en la claridad de un estudio como celda, / en la placidez somnolienta del león, / y Piero, una mano / que reflexiona la imagen de un santo / con algo todavía de pagano, / y Leonardo, enigmática / pasión por lo inconcluso".

Como no podía ser de otro modo, la pintura es una de las fuentes principales de la obra en verso de Alberto Girri. Lo veíamos en "El dibujo como poema" y en este "Auden, 1934". Dos textos a los que habría que sumar los dedicados a "Hokusai" y "Modigliani", junto a "Brueghel: una alegoría", "Ejercicios con Brueghel", "De un Klee", "Epístola a Hyeronimus Bosch" o "Último retrato del artista", dedicado al pintor cubista Roger de la Fresnaye.

Es curioso que, entre tantas alusiones a la pintura, el autor de Playa sola -su primer libro, 1946- no dedicase nunca un poema o, al menos, mencionase alguna vez a Kazemir Malevich. Son muchas las similitudes. De entrada, ambos entendían el objeto artístico desde un punto de vista intelectual, estructural y lógico. Hasta el extremo de que el padre del Suprematismo llegó a afirmar que la emoción era un lastre. Y Girri probablemente coincidiría con él, por más que sus poemas fluctuasen en función de sus distintos estados de ánimos. Cambiantes. Huidizos. Lo mismo que una gota de mercurio.

Y en este sentido, no es de extrañar que José Muñoz Millanes haya titulado En selva de inquietudes la amplia antología que ha preparado para la editorial Pre-Textos. Inteligente prólogo. Acertada selección. Una magnífica oportunidad para revisar la obra de una de las voces más personales y absorbentes de la poesía hispanoamericana moderna. Poco menos que un imán.

 

 

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