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Portado de El oro ensortijado, VV.AA.

Actualización: 21/02/2012

Varios Autores

El oro ensortijado. Poesía viva de México.

Por David Ortiz Celestino

"Con un conocimiento claro de la tradición y la ruptura (...) los compiladores realizaron una labor por demás interesante y novedosa al reunir a 46 poetas, hasta hace poco todos vivos, de diferentes registros, temples y generaciones, eligiendo entre toda la gama y la variedad a quienes consideran vitales para la poesía mexicana actual."

University of Texas at El Paso/ Escuela de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, Perú/ Secretaría de Cultura de Puebla
México
2009

Hablar de generaciones literarias es, sin duda, hablar de influencias y gustos literarios. La idea de desmesura que señalaba Octavio Paz en 1955 respecto a la historia de la poesía mexicana moderna sigue vigente hasta nuestros días. En México, el número de poetas -y por ende el de grupos- ha crecido exponencialmente en los últimos quince o veinte años, lo que ha permitido una mayor apertura y libertad creativa, pero también ha traído complicaciones al momento de intentar asir o unificar criterios en aras de hacer entendible la situación poética actual.

Las revistas literarias juegan el papel, en casi todos los casos, de manifiestos por parte de quienes las pergeñan, de termómetro que ayudan a medir la salud cultural de un lugar, una región o una raza. Son, muchas de las veces, una capilla mítica de la iglesia contestataria que fija una postura contra/ante tal o cual dogma, tradición, corriente, escuela ideológica y línea de pensamiento imperante. En situación parecida se encuentran los trabajos antológicos que pretenden reunir a autores cuya simpatía y cercanía estética con quienes antologan son los requisitos básicos para ser publicados. Estos mecanismos de selección tienen que ver con las afinidades, filias, fobias, gustos y disgustos de quienes la editan, y que obedecen, como acabamos de señalar, en la mayoría de los casos a la cercanía que tienen los grupos antologadores con los escritores seleccionados y a su necesidad de definirse a ellos mismos frente a la crítica y la literatura actuales. Escribe David Huerta que "la antología codifica la tradición, de acuerdo con las valoraciones del seleccionador y prologuista. Debe tener autoridad: esta proviene de la seguridad, la firmeza, el aplomo del juicio que sustenta". En El oro ensortijado. Poesía viva de México -compilación a cargo de  Mario Bojórquez, Alí Calderón, Jorge Mendoza Romero y Álvaro Solís- podremos dar cuenta que llega distanciarse, algunas veces no con muy buena fortuna, de este tipo de trabajos. Con un conocimiento claro de la tradición y la ruptura -dicotomía donde Paz resume y sintetiza los cuatro períodos epocales de Ortega y Gasset- los compiladores realizaron una labor por demás interesante y novedosa al reunir a 46 poetas, hasta hace poco todos vivos, de diferentes registros, temples y generaciones, eligiendo entre toda la gama y la variedad a quienes consideran vitales para la poesía mexicana actual. Buscan, siguiendo a Mendoza Romero, "generar nuevos significados, nuevas lecturas, nuevas interpretaciones". Esta selección bien puede estar sujeta a numerosas suspicacias y críticas -casi siempre inevitables para quienes apuestan por trabajos de esta índole- en tanto que omite a una nómina importante de poetas que tienen ya un peso específico en la poesía mexicana, como Javier Sicilia, David Huerta, Elsa Cross, Eduardo Hurtado, Sergio Mondragón, Fabio Morábito, Luis Miguel Aguilar, Ernesto Lumbreras, Ángel Ortuño, Hernán Bravo Varela, Luis Jorge Boone y Luigi Amara, entre otros pocos. Caso análogo, por opuesto, es la Asamblea de poetas jóvenes de México, de Gabriel Zaid, cuyo intento totalizador de  congregar a una serie de poetas para muchos desconocidos no fue del todo afortunado.

El oro ensortijado, título tomado de un soneto de Francisco de Terrazas -uno de los primero poetas criollos y para muchos el primer poeta petrarquista de la nueva España-, es una antología que, en términos generales, es afortunada y se instaura en un referente obligatorio de la literatura mexicana. Sus antologadores señalan, desde un principio, que fue el gusto, personal y consensado, requisito principal en la elección. Esta recopilación, añaden, es más de poemas que de poetas, más de un grupo que de una generación. Escribe Alí Calderón:

reunimos a un grupo de poetas con coincidencias estéticas e intentamos aquí reconstruir nuestra tradición: valorar la poesía que nos precede, decir sí a la poesía que nos emociona, que comulga con nuestra propia estética. Tratamos de reivindicar aquella "poética del decoro" a la que apelaron Alí Chumacero y José Emilio Pacheco en Poesía en Movimiento y que fue puesta en sordina por la empecinada búsqueda del experimento per se de Octavio Paz. Antologamos, pues, a los poetas que nos pertenecen remarcables en el siglo XX y lo que va del XXI, a los que creemos básicos por trazar un nexo con la tradición.

Mario Bojórquez apunta en el prólogo la justificación:

reunir diversas composiciones de distintos autores o épocas con el objeto de mostrar o compartir el tesoro de nuestras preferencias en torno a un tema, un estilo o una lengua, se le ha llamado desde la antigüedad, recoger flores, lo que quiere decir la voz griega antología (...) Se entenderá por tanto, que cuanto más cultivado esté el jardín de donde provienen los elementos de la composición, mejores habrán de ser las muestras de su cosecha."

La selección inicia con Alí Chumacero (1918-2010), continúa con Rubén Bonifaz Nuño (1923),  Tomás Segovia (1927) y Eduardo Lizalde (1929), pasando por Francisco Hernández (1946), Ricardo Castillo (1954),  Jorge Fernández Granados (1965), Julián Herbert (1971) hasta llegar con los más jóvenes, como Mijail Lamas (1979) y terminar con Alí Calderón (1983). Es de llamar la atención que tres de los cuatro antologadores se incluyen en la mencionada nómina de preferencias y nuevo canon, lo que supone la firme y clara intención de legitimarse de cara al mundo cultural y literario mexicano. Esa falta de distancia crítica es quizá el reproche más intenso que podríamos hacerle a esta publicación, puesto que corre el peligro de ser calificada como una compilación narcisista -aunque ¿qué antología no lo es?-. Logra, sin embargo, poner en el mapa nombres importantes que de otra manera ignoro cómo hubieran pervivido, uno de ellos es el poeta Max Rojas (1940), quien en casi todo intento por hacer recopilación de autores valiosos y vitales ha sido alarmantemente ignorado y omitido tanto de la crítica literaria como del mundillo poético mexicano.

Un aspecto que puede resultar excéntrico a más de uno en esta antología de poesía viva es la idea de que nombre es destino. A manera de nomina romana, lúdicamente descifran la personalidad de cada uno de los poetas mediante el nombre y sus patronímicos con el apoyo de los diccionarios etimológicos de Gutierre Tibón y en Guido Gómez de Silva:

la arbitrariedad del signo lingüístico se atenúa pues nombre y apellidos (el significante) programan  inconscientemente y, con el paso del tiempo, se observa relación entre el nombre y la producción del individuo significado. Por tanto, cuando han pasado los años, se advierte ya un nexo entre nombre y obra o carácter, especialmente cuando los significados de nombre y patronímico son claros.

Podemos ver cómo el nombre de José Vicente Anaya por proximidad significa "Acrecentador de la victoria en aguas estancadas", el de José Emilio Pacheco es "Acrecentador de amabilidad en el palacio", el de Coral Bracho "Brazo de doncella" o el de María Baranda "Rebeldía en los barandales".

Esta antología seguirá sin duda levantando ámpula y causando resquemores entre el ambiente de académico y literario mexicano. Como todo trabajo de esta índole, estará a la espera de la crítica mexicana y sujeta inevitablemente al vilipendio y a la descalificación. Sin embargo, es un trabajo interesante que pone de manifiesto la postura estética e histórica de  un grupo poético que reconoce sus propias limitantes y apela por dejar abierto el diálogo para en un futuro llevar a cabo el proyecto de un catálogo crítico de la poesía en México.

Estaremos a la espera.

 

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