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Potada de "De atrásalante en su porfía", de Juan Gelman

Actualización: 04/03/2014

Juan Gelman

De atrásalante en su porfía

Por Jorge Boccanera

El poeta, ensayista y periodista argentino reseña para La Estafeta el libro recientemente publicado de su compatriota Juan Gelman.

Podría decirse que De atrásalante en su porfía, nuevo libro de Juan Gelman, es un libro padecido, más que escrito, por quien se debate en la espesura del vacío. La búsqueda del sí mismo que atraviesa toda esta obra fluctúa en un "atrásalante"; movimiento en el cual el poeta interroga a vez que se interroga.

La sucesión de planteos y replanteos enfocan un punto movible, cuestión que se descentra en el ejercicio de la interpelación. Y precisamente el tono del libro está dado por la gestualidad que asume esa interpelación que se vuelve demanda, advertencia, exhortación. Alguien clama en medio del tumulto: "¿Qué somos sino eso?", "Hay que taparse los extraños!", "¡Que paren la mutilación". A ratos el monólogo interior deja paso a un formato de diálogo con interlocutores a la mano: "Soy otro dice usted?", "Vean , vean...", "Óiganme todos...", "¿A dónde vamos, hijaeputa...", "Abran sus pechos, camaradas...". En esa dirección apuntan también algunos títulos de poemas: "Síseñor", "Déjenla en paz". "Apurémonos",
El sosiego entonces, atravesado por una franja exasperada.

Como si ese lenguaje escueto, despojado -que caracteriza toda la última producción de Gelman- resultara en jirones, hebras de un furor que trasunta intensidad, vestigios de una lucha interna. Todo el ser está en juego al momento de crear; luego, en la pausa entre un azar y otro, la mano anota: "El poema que pasa/ con un monstruo que no deja dormir".

 

El poeta minero


Como quedó dicho, el núcleo principal de De atrásalante en su porfía, es una búsqueda del sí mismo que deviene arqueo de sombras. En esa especie de balance escribe Gelman: "Hay que subir/ paredes del amor/ por la escalera de uno/ y devolver las joyas".
El poeta trabaja como un minero en zonas subterráneas, escarba con preguntas, procura un centro entre fuerzas contrarias con la sola certeza de que: "Serse es una aventura". Y si bien este libro está atravesado por las obsesiones del autor -el amor, la infancia, el exilio, la memoria, la poesía- su anclaje estriba en versos que inquieren una y otra vez en un ejercicio de prospección a fondo: "¿Cuándo/ se podrá decir/ que hemos estado en nuestro ser?" (...) "El que siempre me revisa el ser/ es otro, disperso".

También el tema de la fugacidad -las más de las veces un tiempo trastocado- cala hondo en versos siempre originales: "La lengua lame horas que/ mueren en su saliva cuando/ la mano del organillero/ mueve el instante".

El afán de justicia, el tema de la revolución y la miseria que "duerme con un temblor negro en la cabeza", dan cuenta de la posición siempre cuestionadora de Gelman y también de los sueños perdidos: "El espectáculo del mundo está triste" (...): "¿a dónde fueron las noticias/ que inventaban humano al ser humano?" (...) "La sangre de las ideas manchadas/ mancha la sangre"

Ya desde el título De atrásalante en su porfía revela otra de las marcas de la poesía gelmaniana: la lucha de contrarios. Versos tomados del texto "El nudo" ("La puntada sin nudo hace/ nudo con lo imposible") no dejan duda sobre el manejo de las figuras de pensamiento del autor de Com/posiciones, Valer la pena y País que fue será, entre otros títulos.

Las torsiones de lenguaje forman parte de las sacudidas de este "atrásalante": el terror convertido en verbo ("miedar"), y el uso de términos como "mesmamente", "aujeros", "Y de áhi?", "vinió", "sabió", "rojidonde", "terránima", "plurivida", etc. Y como siempre el tango, un elemento característico de esta poesía, que aparece en un fraseo canyengue como en el poema "Carancanfunca". La canción ciudadana aparece además en un ejercicio de intertextualidad: el inicio del poema "Tango" (escribe Gelman: "¿Dónde estás corazón, que oigo/ tu trasluz, tu disfraz,/") utiliza el primer verso de la pieza de Luis Martínez Serrano y Augusto Berto titulada precisamente "¿Dónde estás corazón?" (1930). También hay giros que remedan "la vergüenza de haber sido/ el dolor de ya no ser" de "Cuesta abajo", uno de los puntos fuertes del trabajo compositivo de la dupla Gardel- Lepera.

Como en aquel texto "Confianzas"en el que el poeta encara su quehacer pese a todo, en este nuevo libro Gelman se sienta a la mesa y concluye con estos versos: "Nunca vuelve al sí mismo, sale/ de lo real a la verdad/ de lo real y canta".


De atrásalante en su porfía muestra, una vez más, los muchos registros de una poesía siempre contundente que armada entre la idea y la intuición, arroja aquí y allá imágenes que restallan en un punto que es borde, justamente donde se reúne la imaginación de la conciencia y la conciencia de la imaginación.

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