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Portada de Cuerpo plural. Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea, de Gustavo Guerrero

Actualización: 24/01/2012

Gustavo Guerrero

Cuerpo plural. Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea

Por Mariano Peyrou

Reseña de esta antología queno se limita a agrupar autores bajo un criterio básicamente geográfico sino que se trata de, como dice el autor del artículo,  "mostrar una línea, una tendencia de la poesía hispanoamericana contemporánea."

En cualquier lugar, en cualquier contexto, existe una pluralidad estética. Incluso en los casos en que una sociedad emplea todo su poder represivo para uniformar los productos culturales, surgen propuestas individualizadas, dispares y desestabilizadoras. Cuestionar la norma parece ser no sólo una de las características del arte, sino también una de sus funciones.
La pluralidad, por lo tanto, es constante. Lo que varía -enormemente- es la visibilidad de lo plural, su grado de aceptación por parte de las instituciones y los medios de comunicación, su presencia en los discursos oficiales, su distancia con respecto al ciudadano, al público.
La noción de "poesía hispanoamericana", en mi opinión, no sirve para nada, porque lo que pretende abarcar es, precisamente, demasiado plural. Peor aún, es una categoría que estorba, confunde, dificulta la percepción de la pluralidad. Es un conjunto demasiado forzado, en el que el denominador común a todos sus miembros no tiene nada que ver con la esencia de su trabajo, con el motivo por el que deberían estar en el conjunto, con la particularidad de su propuesta. Es como si pensáramos en la categoría de "escultores rubios". En ese conjunto, desde luego, podrían estar quienes cumplieran los dos requisitos; desde cierto punto de vista, la categoría es incuestionable, pero no nos aporta mucho si lo que nos interesa es la escultura.
Este problema de las generalizaciones no se da aquí. En esta amplia y contundente antología no se trabaja meramente a partir del factor geográfico; lo que se trata de mostrar es una línea, una tendencia de la poesía hispanoamericana contemporánea. Gustavo Guerrero, su autor, caracteriza en el prólogo la clase de escritura que le interesa, que considera representativa de nuestro tiempo y de la que selecciona a los poetas que le parecen más interesantes y que más reconocimiento han obtenido. Estos poetas tienen "una vocación desmitificadora [...] radical", se distinguen por una "toma de conciencia" y por la "relectura crítica" de las estéticas del pasado reciente que llevan a cabo en su escritura. Esta generación (autores nacidos entre 1959 y 1979) supone, pues, el "fin de un sistema poético", el representado en América Latina por Lezama Lima u Octavio Paz. Guerrero sostiene que los poetas de Cuerpo plural aportan otra visión de lo que es la poesía, de cuáles son su función y sus capacidades.
Una de las diferencias fundamentales entre ambos sistemas sería la pérdida de trascendentalidad -la famosa desacralización del arte- que se manifiesta en diversos niveles: se franquea la línea divisoria entre "lo poético y la prosaica vida cotidiana, entre el conocer de la poesía y el conocer de la ciencia, entre la alta cultura y la cultura popular, y entre el lenguaje de lo sublime y la lengua de cada día". Estas distinciones, características del viejo sistema, ya habían sido cuestionadas, dice Guerrero, por otros relevantes poetas del continente, como Oliverio Girondo o Nicanor Parra. De hecho, la cotidianidad como tema y el lenguaje corriente se encuentran en poetas tan antiguos como Catulo o Basho; podríamos añadir en esta pequeña lista, por distintos motivos, a Novalis, a Wordsworth, a Rimbaud, al surrealismo y al dadaísmo, a los modernistas anglosajones y a unos cuantos autores y movimientos más; parece que este gesto desacralizador es parte de la tradición de la poesía, de la literatura, del arte. Es, además, la dimensión política de ciertas obras: al criticar y cuestionar un sistema poético, un modo de lenguaje, se critica también todo el sistema de valores que lo sustenta y que simboliza. 
La selección de poetas, desde luego, es plural. Todos caben en el conjunto esbozado por el antólogo, pero no todos por los mismos motivos. Algunos se separan del viejo sistema sobre todo en el plano formal y otros en el temático; algunos renuncian por completo al lenguaje culto y otros prefieren combinarlo con la expresión popular; algunos son netamente figurativos y otros abstractos; algunos trabajan con ideas y otros sólo con palabras. 
Desde mi punto de vista, el desafío que se le plantea al poeta en la encrucijada descrita por Guerrero, es el de encontrar la forma mantener un punto de trascendencia pero sin creérselo del todo: la solución pasa por la ironía. En un conocido texto, Umberto Eco habla de este modo de la sustitución de un paradigma por otro:

La reacción postmoderna a lo moderno consiste en reconocer que el pasado, ya que en realidad no puede ser destruido porque su destrucción conduce al silencio, debe ser revisitado, pero con ironía, no inocentemente. Pienso en la actitud postmoderna como en la de un hombre que desea a una mujer muy culta y sabe que no puede decirle: "Te quiero con locura", porque sabe que ella sabe (y que ella sabe que él sabe) que estas palabras ya han sido escritas por Barbara Cartland. Pero hay una solución. Puede decirle: "Como diría Barbara Cartland, te quiero con locura". De este modo, evitando la falsa inocencia, y diciendo con claridad que ya no es posible hablar inocentemente, habrá dicho, pese a todo, lo que quería decirle a la mujer: que la quiere en una época de inocencia perdida. Si la mujer acepta esto, habrá oído, pese a todo, una declaración de amor. Ninguno de los dos se sentirá inocente, ambos habrán aceptado el desafío del pasado, de lo ya dicho, que no puede eliminarse; ambos habrán jugado, con plena conciencia y con placer, el juego de la ironía... Y ambos habrán conseguido, una vez más, hablar de amor.

Éste es exactamente el fascinante reto, o dicho de otro modo, el compromiso al que se enfrentan estos autores: poder estar y no estar al mismo tiempo; poder disfrutar de los efectos reaseguradores, relajantes o espirituales de una buena misa siendo ateo e incluso anticlerical. Algunos de los poetas incluidos en este libro están sobradamente a la altura de este desafío: Germán Carrasco, Laura Wittner, Edgardo Dobry, Julio Trujillo, Tedi López Mills, Martín Gambarotta... Con ellos, con su ironía estructural, con su extraordinaria capacidad de asimilación y síntesis, la "poesía hispanoamericana" -lo mejor de ella- sigue su viaje. Desacralizado sin más, el arte se convierte en circo, en tele, en polvo, en sombra, en nada.

 

 

 

 

 

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