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Espía mi bolso, de Silvia Gallego

Espía mi bolso, de Silvia Gallego

Actualización: 23/09/2013

Silvia Gallego

Arrobada

Por Ángeles Mora

"Como Silvia Gallego nos pide en el título de este libro que espiemos en su bolso, quiero decir, que fisgoneemos en su libro, no se me ocurrió otra cosa que poner el bolso boca abajo, o sea, abrir de par en par las páginas de este libro, sacudirlo un poco, dejar que sobre mi cayeran las letras, las palabras, los poemas, uno tras de otro, sin orden ni concierto. Igual que se nos caen las cosas del bolso cuando buscamos algo".

Espía mi bolso

Silvia Gallego

Prólogo: Luis Alberto de Cuenca

Madrid, Cuadernos del Laberinto, 2013

Col. Anaquel de poesía

 

 

En la editorial Cuadernos del Laberinto, y en la colección “Anaquel de poesía” acaba de publicar Silvia Gallego (Madrigalejo, Cáceres, 1980) su primer libro: Espía mi bolso. Licenciada en Filología hispánica y Teoría de la Literatura, actualmente es Profesora de Secundaria y prepara su tesis doctoral.Ha publicado con anterioridad varias plaquettes: Trazos de color (2008), Besos de almohadilla(2009), Renglones de asfalto(2011) y ha sido incluida en las antologías: Radiografías poéticas y Enésima hoja(2012).

Antes que nada resaltar que el libro se nos presenta en una edición muy cuidada en todos sus aspectos y detalles, por ejemplo el detalle de llegar a separar ligeramente las letras en algunas palabras, como si las debiéramos pronunciar o leer demorándonos en ellas, paladeándolas: “Si me descifras/ d e l e t r é a m e” (“Espejo convexo”).

Como Silvia Gallego nos pide en el título de este libro que espiemos en su bolso, quiero decir, que fisgoneemos en su libro, no se me ocurrió otra cosa que poner el bolso boca abajo, o sea, abrir de par en par las páginas de este libro, sacudirlo un poco, dejar que sobre mi cayeran las letras, las palabras, los poemas, uno tras de otro, sin orden ni concierto. Igual que se nos caen las cosas del bolso cuando buscamos algo.

Juana Castro tiene un poema que se titula “La bolsa o la vida, en el que, después de enumerar las cosas más disparatadas que pueden aparecer en un bolso, termina diciendo: “Por ahí pasa un río, //pasa el día, la música, la niebla…// Esa cosa. Mi bolso.// Que va a dar al mar.”

Que es el vivir… diríamos evocando a Jorge Manrique, aunque dándole la vuelta, como hace Juana Castro, como hace Silvia Gallego al mostrarnos en sus poemas, esas cosas que saca del fondo de su bolso o de su vida.

Dejarse espiar implica complicidad pero también anuncio del peligro. ¿Quién puede espiar la propia intimidad, esa cosa que mostramos ahí afuera como lo más nuestro, nuestro bolso?Nadie entre nosotros sabe muy bien lo que lleva dentro del bolso. Como tampoco dentro de nuestra vida. Pero entonces, ¿por qué dejar que alguien rastree ahí  alguna de nuestras verdades?

Siempre la intimidad la quisieron hacer pública los poetas, pero Silvia Gallego ha agregado una novedad, una nueva intuición poética: quizá quiera recordarnos que hoy la intimidad es más pública que nunca, quizá nos quiera decir que al vivir en un mundo cada día más cibernético, al enredarnos en las redes sociales, al airear nuestras acciones y reacciones, lo que estamos “twiteando” en realidad es nuestro inconsciente. Y quizá hoy ese lenguaje aparentemente cifrado cualquiera puede espiárnoslo, descifrarlo o –como suele ser habitual- “hackearlo”. ¿Cualquiera?

No. En el amor sólo existe “el otro”, “el contrincante”, y en la poesía, todo sucede en el cuadrilátero de la página, como nos insinúa ya desde el principio Silvia Gallego, citando a Eduardo García. Pero desde el cuadrilátero de la página se levanta la vida, el amor, el otro y nosotros.

Eso es lo que sucede en este libro. Silvia nos deja espiar las cosas de su bolso y de su vida, que también es la vida, cuando cada uno lee el poema con sus propios ojos. Así que espiaremos a Silvia espiándonos a nosotros mismos. Esa es la complicidad entre el poeta y el lector. Y cada libro encierra un combate.

Con nuestras gafas de lector y nuestros guantes de boxeador nos adentramos en el laberinto, esquivamos y damos los golpes alumbrados por estos poemas irónicos, divertidos, con su erotismo a flor de piel, que pretenden llevarnos a la emoción a través del distanciamiento, de los sucesivos juegos a que nos someten y los sucesivos contextos donde se desarrolla la acción -por así decirlo- poética.

El libro se divide en cinco partes y dos poemas separados, uno al principio y otro al final.

La primera parte, Objetos, nos presenta breves poemas referidos a objetos cotidianos que se suelen llevar en el bolso. Por ejemplo, “Lápiz de ojos”,  “Lipstick”, “Reloj”…Erotismo y juego a partes iguales, aunque con un poema final, “Doble fondo”, dividido en dos, más angustiado y extraño: “No quiero esta doblez, no quiero cuentos”, nos dice.

A partir de la segunda parte,Emociones en MP8, el juego con la tecnología actual de la comunicación, los ordenadores, la informática, las redes sociales, etc.  se nos hace presente para insertarlo en la cotidianidad de nuestras vidas, como de hecho se ha ido incrustando en ellas casi sin darnos cuenta: Click, link, blog, enlaces, google, Messenger, Whatspps… Por ejemplo, en la tercera parte del ciclo denominado “Pantallas”:“Descarga/ un aura de sonrisas.// Craquea/ en tu interior los chacras.// Formatea/ las pesadillas contaminadas.// el sistema operativo lo sabe:/algunos programas de tu vida/ no son compatibles conmigo.”O el poema titulado @, que es el que le da título a esta reseña (“Si ves este @ en tu iphone/ no contestes a mi pantalla).

En Zip de letras (tercera parte) están almacenados en un solo fichero Zip, uno tras otro, los poemas que podríamos llamar “gramaticales”, esos que Luis Alberto de Cuenca llama en su “Carta a guisa de prólogo”: “la vieja morfosintaxis de tu curriculum filológico”. Son poemas ingeniosos, ligeros, evocadores: “Gramática”, “Llueven verbos”, “Análisis sintáctico”, etc.

Lecturas en el iPades una parte (la cuarta) especialmente atractiva,donde el combate sucede en el cuadrilátero de la pantalla mágica de la tablet. Aquí el juego es sobre todo con la literatura: nos sorprende con “Sorpresas parlanchinas”, batiburrillo de lecturas, nombres sagrados de escritores, escritoras, sugerentes citas, y después trae a la pantalla a Cortázar o Javier Egea o se reafirma -en el poema titulado “Sin cartón”-como mujer, con Gioconda Belli.

Finalmente “Bloc de notas”: ligerezas, post-its, como el titulado así: “Post-it”: “Dejo la comida que soy en la nevera y el horno/ mi sonrisa en el espejo del baño/ el calor entre las sábanas/[…]mi hoy en esta nota”.

El poema “El contrincante”inicia el libro a manera de prólogo, un prólogo donde se nos invita a participar en el doble juego del amor y de la lectura. El final, “Cierre de cremallera”, es una especie de epílogo en el queel bolso -o la vida- se cierra (“la piel del bolso que soy”, nos dice) aunque permanezca ya para siempre abierto en el libro, insinuándose al lector, provocativamente, buscando su complicidad: “Entre jirones de palabras/ te sorprendo en sincronía,/ en la ternura que elegimos:/ como ahora, si me   lees”. Y es curioso hay un espacio en blanco entre “me” y “lees”. Podría ser un simple error de impresión, pero no cabe eso en esta edición cuidadosa.  Así que parece un último guiño, un último juego erótico que nos lleva a aquel paladeado d e l e t r e a m ede los comienzos, en este libro donde la letra y la carne, la saliva y los “placeres lectores” levantan su ambigüedad chispeante y gozosa.

 

 

Ángeles Mora

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