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Portada de "Alguien me ve llorando en un sueño"

Actualización: 24/01/2012

Francisco Ruiz Udiel

Alguien me ve llorar en un sueño

Por Daniel Rodríguez Moya

Reseña aparecida en La Estafeta del Viento el 25 de enero de 2010 con motivo de la publicación del libro en España por la editorial La Garúa.

Alguien me ve llorar en un sueño es la presentación en España de Francisco Ruiz Udiel (Estelí, 1977), un joven poeta nicaragüense que con esta ópera prima obtuvo en 2005 el prestigioso Premio Internacional Ernesto Cardenal de Poesía Joven. El libro se editó en Nicaragua, en 2006, pero ahora la colección catalana La Garúa, atenta a la poesía de más calidad que se escribe en Centroamérica -véase por ejemplo la antología Trilces Trópicos-, ha sacado al mercado español una nueva edición, en la que no hay ampliaciones ni supresiones. Son los mismos textos que se publicaron en Nicaragua, lo que indica que algunos años después de ser publicados por primera vez el autor sigue sintiéndose seguro con los mismos versos tal y como fueron publicados. Ruiz Udiel no ha querido caer en la insana tentación de la corrección por la corrección.

No existe en la Nicaragua actual, como tampoco parezca que exista bien definida en España, una generación al uso que marque unos cánones más o menos fijados para ubicar la corriente principal que sigue la creación poética, pero Ruiz Udiel sí comparte algunas señas de identidad que los escritores nicaragüenses más jóvenes poseen aún sin pretenderlo, y es la constante sensación de desasosiego que ronda en sus versos, algo que ya ha advertido la escritora Gioconda Belli, que observa en los nuevos escritores nicaragüenses la inexistencia de "guía ni propósito", y que el viaje interior que estos poetas han emprendido es un "viaje hacia la desilusión o hacia la aparente fatalidad de la condición humana".

 

Ese viaje del desasosiego lo emprende en Alguien me ve llorar en un sueño Andrés, el personaje que sirve de hilo conductor, que lejos de contar una historia personal, anecdótica e intrascendente, personifica a una sociedad a la que se le ha privado de los sueños, una colectividad que padece "parálisis de sueños" porque, se apunta en el poema Precauciones antes de dormir, "Nuestra condición / escatológica desde que nacemos / es de extensa permanencia en una tierra / donde soñar, es indigno".

 

Andrés abre los ojos por primera vez para ver que "el olvido empuñaba seis líneas en la mano" y desde ese momento el poemario se adentra de una manera casi cinematográfica en el camino que desde ese olvido el personaje emprende hacia una toma de conciencia, un recorrido que atraviesa paisajes sórdidos construidos a partir de sorprendentes imágenes llenas de dureza como "La cama de Andrés tiene una abertura / con alas de cucarachas descubiertas / y frías de hambre sobre un pie". Entre tanto, Ruiz Udiel es capaz de dialogar con la tradición de la poesía nicaragüense para reprochar al poeta Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985) que miente cuando escribe que "el solitario no conoce su soledad: / el mundo la acompaña". Pero a pesar del reproche en realidad la historia de Andrés es como si fuera la historia de ese 'solitario' del poema de Mejía Sánchez, que, escribe el poeta en un verso que no cita Ruiz Udiel, "no padece recuerdos: / construye el pasado con el futuro".

 

El segundo capítulo del libro 'Destete de Alguien me ve llorar en un sueño alimento', está compuesto por una breve colección de haikus que funcionan dentro de la lógica fragmentaria que se intuye en la primera parte, cuando Andrés toma un espejo "lo rompe en diminutos trozos / donde cada parte de su rostro / sea un fragmento colectivo de otro sueño..." Así, uno de los haikus de la sección es "Somos luz muerta restregada / con pequeños trozos de cielo / sobre sonámbulos espejos".

 

'El mar se quedará ciego', última parte del poemario, recoge algunos poemas menos unitarios en el conjunto del libro, aunque aparecen de manera natural y realmente no queda fuera de juego, por ejemplo, el poema dedicado a las poetas suicidas en el que se invoca a los fantasmas de Sexton, Plath y Pizarnik, un poema que se justifica por su contundente resolución, o el excelente texto con el que finaliza el libro, bajo el mismo título de la sección, un poema con el que Ruiz Udiel firma su presentación en la poesía nicaragüense como uno de sus valores más firmes.

 

 

 

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