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Portada de Abierto, de Juan Marqués

Actualización: 24/01/2012

Juan Marqués

Abierto

por Josep M. Rodríguez

Todo itinerario necesita un punto de partida: hace dos años, Juan Marqués (Zaragoza, 1980) publicaba Alrededor del sol, un pequeño cuaderno de tan sólo seis poemas que, unos pocos meses después, en los límites ya de 2008, pasaron a formar parte de Un tiempo libre.

Todo itinerario necesita un punto de partida: hace dos años, Juan Marqués (Zaragoza, 1980) publicaba Alrededor del sol, un pequeño cuaderno de tan sólo seis poemas que, unos pocos meses después, en los límites ya de 2008, pasaron a formar parte de Un tiempo libre. La mayoría de primeros libros suelen ser como viviendas compradas sobre plano: un puñado de promesas y buenas intenciones que apenas nos da para conocer la ambición literaria de su autor. Si hay suerte, el volumen también incluye unos cuantos versos destacables que presumiblemente avanzan lo que vamos a ir encontrando en futuras entregas -algo así como el piso piloto.

Pero la poesía no se construye con buenos propósitos y, por lo general, los escritores jóvenes que más gritan son los que menos razón tienen. Por eso precisamente llamaba la atención que, en su primer libro, Juan Marqués mostrara la ambición de un niño que juega con su pala en la arena. De hecho, uno de aquellos poemas, titulado "Orilla", empezaba con lo que parecía una declaración de intenciones: "Quiero una vida simple, junto a ti". Y esa pretendida simplicidad era uno de los ejes vertebradores de Un tiempo libre. Sirva de ejemplo uno de los tres haikus de "Envoltorios": "No quiero verte / rondando mi jardín, / espantapájaros".

La naturalidad y engañosa sencillez de estos versos entronca con la mejor tradición clásica. Con autores como Yosa Buson, Kobayashi Issa o incluso Yamazaki S?kan, que en el siglo XVI compuso un haiku que para nada desentona al lado del anterior poema de Juan Marqués: "Por mucho frío que tengas, / no te acerques al fuego, / buda de nieve". La brevedad es una de las características de la lírica moderna y explica, en parte, el éxito de esta estrofa japonesa en Occidente. En sus "Nuevas notas sobre Edgar Poe", Baudelaire protestaba contra "la herejía de la longitud o la dimensión, el valor absurdo atribuido a los poemas extensos": lo que cuenta no es lo que tardamos en leer un poema, sino el tiempo que ese poema se mantiene vivo dentro de nosotros.

De ahí que Bécquer, en la reseña que escribió sobre La soledad -publicada por El Contemporáneo en 1861-, elogiara y defendiera la poesía de Augusto Ferrán por considerarla "natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye". Un mecanismo compositivo que el propio Bécquer puso en práctica en muchas de sus Rimas. Como la XLII: ¿Alguien sabe, realmente, qué le contaron a su protagonista para que sintiera el frío de una hoja de acero clavada en las entrañas?

En poesía, lo que se dice tiene tanta importancia como lo que no se dice. Sin duda una valiosa lección que Juan Marqués recoge no sólo de Bécquer y los haikus, sino también de los simbolistas europeos, de Antonio Machado y de la lírica tradicional. Así, en el poema "Doméstico", cinco versos bastan para recrear una escena cotidiana de la que no necesitamos conocer el final para saber a ciencia cierta cómo termina: "Te digo que te quiero, / levantas las mirada de tu libro / y vuelves a decirme que me quieres. // Me miras sonriendo // y sabes que me voy a levantar".

"Doméstico" es además el texto que cierra el segundo libro de Juan Marqués, titulado Abierto. Treinta cuatro poemas que mantienen las constantes de su anterior entrega: sencillez, brevedad, capacidad de sugerencia y una delicadeza tal, que uno tiene la sensación de que los versos podrían empezar a deshacerse si pasamos un dedo por encima: "Para la poesía / basta con la atención y la prudencia / de no querer tocar lo que no es tuyo".

Y, sin embargo, pese a esa prudencia, hay algo más de riesgo en Abierto que en el volumen precedente. Las reflexiones son un poco más audaces, la narración ahonda en el tono de fábula que vertebraba Un tiempo libre, suceden más cosas fuera de plano y el sentimiento es, si cabe, más descarnado, con una mayor presencia del sujeto amoroso. "La vida, más que un tiempo, es un espacio. // No puedo regalarte nada más".

Sobre ese regalo escribió Luis Cernuda en 1931: "La poesía para mí es estar junto a quien amo". Probablemente exista una definición de la poesía para cada lector. Si lo pensamos detenidamente, puede incluso que cada lector ensaye una definición distinta según el momento. Pues bien, para mí, ahora, después de morir atropellado por un ciervo, de entender que el tiempo es un dragón y que la lluvia cae mejor entre las páginas de un libro que sobre la ciudad -o lo que es lo mismo, después de todos y cada uno de los poemas de Abierto- , la poesía vendría a ser como ese camino de piedras que alguien puso ahí para ayudarnos a cruzar un río: ese río que separa las dos orillas de nosotros mismos. Lo que somos. Lo que queremos ser.

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