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Actualización: 24/01/2012
Víctor Manuel Mendiola
Poemas En la tarde, Henri Rousseau recuerda a Yadhiga y Puerta
Henri Rousseau recuerda a Yadhiga
ANOCHE comprendí
que n
o tenía lengua ni boca
cuando te encontré.
Desde mi oscura silla
me quedé mudo
viendo correr
el bien del día.
Pensaba: cómo
acariciar tu pie,
cómo mirar
de nuevo la alegría que vi
en la sed de tu melancolía,
una alegría donde te pensé.
Pensaba: si me arranco un dedo,
lo uso de oreja
para oír todas las cosas
que suben en tus ojos
y en tus trenzas.
Y ahora te oigo
en el iluso huso de las horas
y escucho el peligroso sonido
de las rosas
cuando piensas.
Henri Rousseau recuerda a Yadhiga
YO te vi
en una selva del futuro
rodeada de animales
y un helecho.
Había dos leonas
y el estrecho tronco de un árbol,
viejo pero puro.
Recostada en el rojo
satisfecho de tu diván,
soñabas en el muro de un día,
que era como el claroscuro
de una noche;
soñabas en tu lecho
la selva de oro
donde los leones
sueñan con las leonas
y las pavas reales
se divierten con su gallo.
Yo te vi en una selva
de espadones verdes,
bajo el olor
de las guayabas,
andar en sueños,
huir a caballo.
Puerta
NO sé hacia donde debo caminar.
En el inexplicable recorrido de los días
levanto un muro y mido su ancho y su altura
para dibujar en el muro
una puerta con sentido,
una puerta genuina
que dé al mar con todos los deseos de nadar,
una puerta
que me hable en el oído y que diga:
la noche
está ahíta
y en las estrellas
hay un mar neumático;
y los delfines
nadan pisos flojos.
Una puerta
en la que una pajarita
abra las alas
bajo un sol acuático
y me tumbe el sombrero
y los anteojos.
