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María Mercedes Carranza

María Mercedes Carranza

Actualización: 09/10/2013

María Mercedes Carranza

Poema 18 de agosto de 1989.

18 DE AGOSTO DE 1989

 

“El tiempo ha sido bosque

de Dunsiname”

E. M. Cioran

 

 

Este hombre va a morir

hoy es el último día de sus años.

Amanece tras los cerros un sol frío:

el amanecer nunca más alumbrará su carne.

Como siempre, entre sus cuatro paredes

desayuna, conversa, viste su traje;

no piensa en el pasado, aún liviano y todo víspera,

en los gestos, hechos y palabras de su vida

que mañana serán distintos en el bronce y en los himnos,

porque este hombre no sabe que hoy va a morir.

 

 

En su corazón de piedra

el asesino afila los cuchillos

 

 

Este hombre va a morir,

hoy es la última mañana de sus horas.

Por sus ojos de fría carne azul

sólo pasan idiomas y horizontes

para ciertas cosas que los otros sueñan:

la urgencia del pan y de la sal,

la flor abierta del brazo, la sangre

invisible y contenida en su caracol de venas.

Ahora conversa por teléfono, escribe un discurso.

en el libro de apuntes lo atropellan

con letra afanada y resbalosa

los nombres y las citas de ese día,

porque este hombre no sabe que hoy va a morir.

 

 

El asesino esconde la cara siempre

para que el sol no le escupa sus gargajos de fuego.

 

 

Este hombre va a morir,

hoy es el último mediodía de sus años.

Con la frente en el abismo sin saberlo

estrecha manos, almuerza, pregunta la hora.

Sus pasos que ha dirigido otras veces al amor

y a asuntos más rutinarios como el olvido

o la toalla azul después del baño,

que lo han llevado a conocer la gloria

en la algarabía elemental de las multitudes,

sus pasos pueden ser contados ya

porque este hombre camina hacia la muerte.

 

 

El asesino:humores de momia, hiel de alacrán,

heces de ahorcado, sangre de Satán

 

 

Este hombre va a morir,

hoy es la última tarde de sus días.

Se prepara sin saberlo para el ritual:

con la voz fingida en la memoria,

que casi oye ya entre las caras como olas,

repasa las palabras de la arenga:

pan y verde, lagos de luz, verde y labios.

Frente al espejo rehace el nudo de la corbata,

cepilla otra vez sus dientes

y con los dedos recorre las alas amarillas del bigote.

Entonces las banderas y las manos y las voces,

la lluvia roja de papel picado,

la hora y el minuto y el segundo.

 

 

El asesino danza la Danza de la Muerte:

un paso adelante, una bala al corazón,

un paso atrás, una bala en el estómago

 

 

Cae el cuerpo, cae la sangre, caen los sueños.

Acaso este hombre entrevé como en duermevela

que se ha desviado el curso de sus días,

los azares, las batallas, las páginas que no fueron,

acaso en un horizonte imposible recuerda

una cara o voz o música

 

 

Todas las lenguas de la tierra maldicen al asesino

 

 

 

María Mercedes Carranza

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