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Actualización: 05/03/2012

Jon Juaristi

Poemas No es como lo temías, Afasia, Noche de ánimas y A un Gudarí de 1968

No es como lo temías

Te asombra la dulzura del declive.
La paz del cuerpo,
La ausencia de rencor en la memoria.

Como un piso tranquilo y espacioso
O una digna mansión de renta antigua
Te acoge la vejez.

Libros, tardes de lluvia, conversación pausada
Entre amigos de siempre
Que nada nuevo tienen que decirse,
Y la oportuna pérdida
Del oído derecho.

 

Afasia

Con creciente frecuencia,
La maldita memoria se encasquilla
Y busco en vano nombres
Para rostros que surgen
De la marisma pétrea del sueño.

Esas sombras anónimas regresan al olvido,
No sin antes dejarme
Un rastro de ceniza en la mirada.

Así será mi muerte, lo presiento:
No encontraré partidas de bautismo,
Diplomas escolares,
Cartas que me demuestren que te importé algún día.

Cuando ni una palabra me convenga,
Vendrá y tendrá tus ojos
O los de otra cualquiera.

 

Noche de ánimas

A Karmelo Iribarren

Desordenada mesa que es espejo
De un desorden más íntimo y acaso
Irremediable ya, mientras me alejo

Por una estrada oscura, paso a paso,
Hacia la última orilla,
Sin otro capital que mi fracaso.

Desordenada mesa, astrosa silla,
Libros que no abriré en altos estantes
Y una tenue bombilla

Presidiendo las horas vacilantes
En que toda esperanza se desploma

(la vida que soñé:
menuda broma).

 

A un gudari de 1968

Para Teo Uriarte

La taberna aldeana
Como un cuadro de José de Arrúe:
Se jugaba, en el porche, a la rana,
Ante un muro teñido de mugre.

Ah, recuerda esas tardes, hermano:
Los tediosos celajes azules.
Vinogrado, a lo lejos, lanzaba
Resplandores de pálido azufre.

En la paz de los campos, las vacas
Balancean sus torpes testuces,
Y la abuela rescata del arca
Lienzos albos, sinoples y gules:

Las banderas que tú irás sembrando,
Los domingos de Pascua, en las cumbres
De San Roque y de Ganecogorta,
De Lemona y del alto Sollube.

Con el rojo y el blanco y el verde
Tremolando detrás de las nubes,
Qué te importa que nadie las vea
Ni se sepa si bajas o subes.

Corazón valiente,
Tamboriles y silbos te arrullen.
Que a tu paso se tienda el helecho
Y que el roble marchito repunte.

Pues te alzaste intrépido
En el tiempo de la servidumbre:
Insurrecto a la espera del alba,
Sólo tú presentías sus luces.

Sólo tú, con el alma cegada
Por el sol de la Patria, descubres
Un camino a la guerra infinita,
A través de los días volubles.

Y eso que soñabas
Lo soñaron también en sus bucles
Infernales de melancolía
Taciturnos camaradas fúnebres.

La taberna sacada de un óleo
De José de Arrúe:
Se jugaba a la gloria y la muerte
Con pistolas roídas de herrumbre

 

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