Felipe Benítez Reyes

El precio de un soldado

En 1938, en un artículo sobre otra cosa,
Ezra Pound, que entendió la poesía
como una ciencia hermética
y la economía como una magia exacta,
el admirador perturbado de Mussolini,
el bricoleur de tradiciones y exotismos, 
el visionario
que naufragó en la marea caótica de sus visiones,
escribió, en un rapto de lucidez y decencia, 
lo siguiente: 

"La guerra cuesta
25.000 dólares por cadáver.
Quiero saber
QUIÉN se queda con esos 25.000 dólares.
Esta pregunta me parece
de criminología elemental".

Ezra Pound, el profascista retórico, 
nunca supo con certeza
quién se quedaba con esos miles de dólares,
de igual manera que no podemos saber
si los beneficiarios de ese dinero fúnebre, ayer y hoy,
consiguen dormir varias horas seguidas 
sin soñar con cadáveres anónimos plegados en una cartera,
con una secuencia recurrente de muertos sin porqué
que preguntan por qué, plegados en una cartera.