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Eduardo Lizalde

Actualización: 17/07/2017

Eduardo Lizalde

Poemas Canción ignota y Triste Paco Rabanne

Canción Ignota

Triste Paco Rabanne

 

 

Canción Ignota

 

  "...era triste, vulgar lo que cantaba,

mas qué canción tan bella la que oía."

Manuel Gutiérrez Nájera

(1893)

 

Decía el maestro Arreola, excelso confabulador

(lo celebraron Borges y Cortázar):

"... no sé si he conseguido consumar el canto,

pero he escuchado la canción..."

¿Y qué canción, qué melodía sublime era ésa

que Juan José y el Duque  Job oyeron?

¿Tenía ese canto el timbre superior

de Dante o de Petrarca?,

¿el de John Keats, el apolíneo?

¿la cegadora música de Góngora,

la del angélico San Juan?

¿la del contrito pecador de Zozobra

que escribía:

oigo a los ángeles y arcángeles mojar

con sus lágrimas de oro mi vajilla de cobre?

No lo sabemos, pero la canción ignota

alienta y quema en las profundidades

de nuestras almas ambiciosas,

y por mi parte -no es preciso decirlo-

tampoco la he cantado sino en sueños.

 

Triste Paco Rabanne

 

Olemos los humanos siempre a muerte

-somos muertos en pie-,

y por eso robamos a las flores su aroma

y a las bestias sus líquidos potentes

para inventar ungüentos, esencias y perfumes

de poderosas auras odoríferas.

     Las nobles grandes bestias

no requieren de afeites

ni sustancias ajenas a su condición

para sobrevivir ni copular ni alimentarse,

y  hieden con desplante orgulloso

entre las frondas fragantes

y los dulces arroyos.

     Los hombres al revés, contra natura,

vivimos disfrazando

nuestra bestialidad,

procuramos bañarnos en incienso,

esconder nuestras heces y enterrarlas

ocultar nuestros obvios orígenes zoológicos,

la oscura pestilencia hereditaria

de alma y cuerpo.

Triste, loco, patético, vergonzoso

y estéril nuestro Paco Rabanne.

 

 

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