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Actualización: 24/01/2012
Ángeles Mora
Poemas Noche y día y En el desván.
Noche y día
Se va el día cuando viene la noche
lenta de la que no quiero
salir. Prolongarla
hasta que me cierre los ojos
es un encargo irresistible
de mi temperamento sosegado.
Quizá me niego a que la vida pase
o llegue la mañana y sus mandatos.
La casa es un desorden rendido,
en la cocina duermen
los platos, cacerolas desmadejadas.
en cambio libros por leer me llaman,
vivos, desde la mesa,
folios en blanco.
Quiero tan sólo que el reloj se olvide.
Recuerdo las cuartillas
donde mi padre escribía cartas
por las noches, mi madre
las firmaba también, dejando
un instante botones y zurcidos
o el ganchillo de las veladas mustias.
Nunca quise hacer ganchillo,
prefería leer el periódico
o escribir garabatos a la luz de la lámpara.
Aprendí a amar lo quieto, ser dueña de mis noches.
Los padres no barrían la casa,
mi hermano entraba poco en la cocina,
yo hacía la mayonesa
o limpiaba el polvo para ayudar:
de día.
Es la casa un palomar
M. H.
Estoy en el desván, he abierto un libro
igual que si unos ojos secretos me miraran.
Es la hora de la siesta, yo tengo quince años
y una ventana al campo donde el sol se pasea.
En el desván los libros levantan casa propia
de la que tengo llave.
Hace calor
y el fuego de las páginas que pasan
me arrastra hacia la noche junto a un perito en lunas.
Caigo por laberintos encendidos
de palabras sonoras que me enredan
y bajo por la escala de la tarde,
como la luna, sola,
al pie de los espinos, las pitas y las eras.
Estoy en un desván, acaso un palomar
donde se arrullan versos,
en el cajón de una mesa gastada
guardo mis borradores escondidos.
Si lo abro, un alboroto de alas y de letras
dirá su nombre sin haberlo escrito.
