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Actualización: 07/05/2012

Muestra de joven poesía chilena II

Poemas Ciudad del niño, de Ricardo Espinaza: El sesgo de los ojosSi el sol en las baldosas, de Simón Villalobos Parada; Zoológico, de Camilo Retamales; Una fogata protege del frío a los pequeños pájaros de la nocheUn animal ha muertode Octavio Gallardo

 

Ricardo Espinaza(1981). Doctor en Literaturas Latinoamericanas por la Universidad de Concepción. Publicó Antologías (2006) y en 2008 integró el Taller de poesía joven de la Fundación Pablo Neruda. En la actualidad se desempeña como académico del departamento de Educación y Humanidades de la Universidad Arturo Prat. Prepara la publicación de Parlantes, su segundo libro de poemas.




Ciudad del niño

… estar a la altura de esa comunidad vacía e imposible de presuponer

es el deber infantil de la humanidad que viene

cfr. Giorgio Agamben

 

No tengo recuerdos de infancia

Georges Perec



Al abrir la ventana ella descubre que la mañana tiene un olor de abril futuro
sí, la mañana tiene olor a abril y a cambio de vocal
y se sabe que un cambio de vocal
afecta profundamente los intersticios de la imaginación
y los senderos traficados de tu lengua como desvíos volando al sentido
que abre y abren la ventana camuflada de dadá cuando escribe la palabra ciudad
sin memoria y sin infancia por la bisagra del su delirio
en el derrotero de una metáfora que no observa cosa alguna
en la suya experiencia trizada dela contemplación
en el reflejo enterrado del por
que la imaginación es trágica que la creación ni cagando
Pero el tiempo, el tiempo es temporal sin una estancia aparente
y la lectura del aroma le aviva el recuerdo para escribírselo con eso al instante roto
aunque no escribe ni por el recuerdo ni para él siquiera
que ni comparándose con él ni ello ella a duras penas ella más encima la ella
en los recuerdos rescatados al celofán vitral de sus afectos invisibles
de la tierra harta de larvas y lombrices religiosas
hambrientas de su Dios
y por el recuerdo que este instante ciego mesmo ahora les provoca
ella al abrir la ventana negra de su abril sin retorno y redescubierto
No sé si llamarlo memoria
memoria del tiempo y amapola en soplo
pues aquella palabra es tan algo lejana a su situación de singular que ahora
pero si el recuerdo y la recordación que ocurre y ocurre
repitiéndose que siempre ocurre desde el gesto pasado al abril nocturno
aquel con la ventana negra abriéndose en el tú futuro
pero no nones no es ná
tampoco como algo de lo que ya hediondo ya está o parece que ya está
derritiéndose en la recordación de ese ventanal infinito y frito
como un osario huérfano de ciudad transparente al viento hueco
Una ventana al museo del niño desmoronándose en la tuya voz
una ciudad principiando en la suya infancia sísmica de la falla muda y vinagre
vinagre de ceniza y flor
vinagre de aire y agua
que todo recuerdo es un invento mental en la fosa del hablante
sin habla que te escribe
una contemplación vacía del lenguaje para variar
y más remate
que la imaginación es cuática que la creación ni cagando


 

en Parlantes, inédito  

 

Simón Villalobos Parada(1980). Ha publicado los libros Edad Oscura (2010) y Voca (2011). Sus poemas figuran también en revistas y antologías, destacándose: Desencanto Personal (2004), y en Selección de Poesía 2005 (2005). Dirigió la revistaContrafuerte y es uno de los gestores del ciclo Antología en Movimiento.





El sesgo de los ojos…

El sesgo de los ojos viaja entre la hierba
se balancea despacio, como dos manos cierran esta tarde
un aliento la detiene, sin gastar el polvo de sus alas, flotando
musita un ruido de cera que hierve, una piedra hundida bajo las pisadas
la flor y el fruto encogidos en el frío, tras la pantalla
su imagen sublimada nos sigue por los cuartos y las calles
 

en Vista del incendio, inédito


Si el Sol da en las baldosas…

Si el Sol da en las baldosas de Monjitas
y resplandece, ciega la vista su reflejo
entonces la calle es el mar
y las sombras de los que vienen son olas
y sus cuerpos son bolsas negras de sangre y tú
obviamente eres un barco

                  un faro

una estaca metida en la arena
con la sensación de avanzar
mientras se queda y por los pasajes
bajan las micros, las personas cruzan
sus siluetas ya sin forma se hunden
dispersas contra la luz recostada  
regresan, desaparecen, se restituyen

 

en Vista del incendio, inédito

 

Camilo Retamales(1986). Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la
Universidad de Chile y es Candidato a Magíster en Literatura por la
misma Universidad. Ha participado en antologías como 18 poetas jóvenes de la Región Metropolitana, Los archivos desclasificados de la página en blanco y en la Muestra del VI Encuentro Internacional de Poesía del Valle de Colchagua.


 

Zoológico

La claridad del reverbero donde nacen
dos ojos hambrientos
huyendo de la lluvia como animales
que me borran la cicatriz
con que antaño pude reconocer
la diferencia entre la vida de los instintos
y la retirada del cuerpo a la jaula.

 

Inédito

 

Octavio Gallardo(1973). Ha sido becario del taller de la Fundación Pablo Neruda (2000). Ha publicado Octubre (2004), Cordillera (2007) y Especies en cautiverio (2011). 




Una fogata protege del frío a los pequeños pájaros de la noche


Él nunca se miró a los ojos, trabajó.
Urdió por debajo el paraíso y troqueló por encima
la estancia de sus hijos

Sin embargo recibió caricias

Sus hijos soñaron junto a él:
una juguera en la cocina,
una radio en el estar


Mi padre salió del barrio, sólo él:
así medimos el tiempo. La partida y el regreso del padre al mismo punto. Un

sillón levita y decora.
El padre se ubica en paralelo a los sucesos. Desde allí mira el horizonte, conoce

más.
Únicamente él ha visto la ciudad y se comunica con las negras urracas

al otro lado del río.
Él desata avatares. Es mudo, es avispa, escorpión desierto.

El padre determina la urdimbre, abre las manos y ofrece sus asuntos. No hay

méritos.
Aprieta los dedos en el sofá, escribe sílabas, almuerza la escasez, predica el

arrebato, se suma a las sombras de su basta inflexión por las rodillas.

Sin embargo enciende
una pequeña fogata en la orilla del río. E ilumina la noche.

La noche es naranja.

- Yo nunca pensé que moriría después de comer junto a nosotros en la mesa.




 

en Cordillera, 2007



Un animal ha muerto


Yace sobre el prado
El mosquerío observa y merodea
Nadie llora en la ciudad



Crucé la línea que limita la comarca
- Una noche ardiente de verano negro -
Y caminé entumido, sobrio, deshuesado
Me di un tiro entre los matorrales
Y volví a aproximarme a la ciudad
Ya sólo
Sin la muerte.

 

en Cordillera, 2007

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