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Actualización: 24/01/2012
Kirmen Uribe
Poemas Falsa acacia y Paseo con mi madre fueron
Falsa acacia
UNA fría tarde de marzo.
Los jardineros acabaron su trabajo.
Podaron las acacias,
recogieron las ramas.
Caminamos junto a los árboles mutilados.
Nubes de aluminio,
escáner de materia negra.
Hasta hace poco, sus ramas estaban unidas,
pienso yo.
Ya no me sabes querer, piensas tú.
Nunca uno de los dos tiene la culpa de todo.
Una fría tarde de marzo.
El invierno, que no quiere dejarnos.
Paseo con mi madre
MI madre une los lugares con las personas.
En ese árbol se ahorcó Manuel.
En ese alto estaba la escuela.
Desde la ventana, mirábamos al mar.
Aranzubia es uno de mis paisajes favoritos.
Es el nombre que toma una antigua torre medieval.
En un tiempo, se erguía sobre una colina
que dominaba el valle que llevaba hasta el Cantábrico.
Tan sólo había un puente en él.
Lo demás, campos verdes.
Aranzubia quiere decir el puente del valle.
El topónimo ha envejecido,
ya no retrata el lugar tal como es.
Ahora, el valle acoge un polígono industrial.
Y la torre es un caserío agrietado.
Mi madre me había contado
que en el siglo XV doscientos hombres
defendieron en vano la torre contra el asalto
de un ejército de mil soldados y una lombarda.
Los vencedores, prendieron fuego a la torre
y muchos de aquellos que lo defendían
se quemaron dentro.
Todo por un mal gesto.
Parece ser que un noble le hizo a otro un mal gesto.
Siempre la importancia de los gestos.
Nunca las palabras.
Paseando, llegamos hasta la torre.
Sentado en la entrada un chaval de unos quince años.
Qué suerte vivir en una torre con tanta historia.
Él hizo un gesto despectivo.
No le importaba el pasado de la torre,
un pasado hermoso y cruel al mismo tiempo.
Para él era sólo una casa húmeda y oscura,
una casa a punto de caerse.
Esta casa es vieja, demasiado vieja, dijo
acariciando al perro.
