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Ángela García, fotografía Jairo Ruiz Sanabria

Ángela García, fotografía Jairo Ruiz Sanabria

Actualización: 05/09/2012

Ángela García

Poemas Escultura de tiempo y El espejo de Damasco.

Escultura de tiempo

Entre los acontecimientos

o las encrucijadas sorpresivas

al cuerpo se agarrotan los gestos

imperceptiblemente

trazan un devenir o una caricatura.

 

¡Ay las máscaras que dosifican

el tributo a la piedra!

Ninguna ciencia, ninguna modernidad

ha escamoteado el rito único:

polvo -  carne - polvo

Lenguaje que se vuelve eco

rostro convertido en mueca.

 

¡Ah qué talla la del tiempo!

Por generaciones el ademán insiste

persiste el mohín del prurito,

se contorsiona la queja,

en los capiteles se retrata el miedo.

 

Ejercicio de la muerte en altares

inmortalizado.

Y la dicha y la devoción

sólo momentos.

                       

El camino es el escenario

para el oficio único

apócrifo en la espina de las edades.

Entre santos, héroes o bufones

muda el viajero de atavío

sus rutas cambian ceremonias

por caricaturas

bajo la luz infrarroja del revelado.

 

 

Para Xentes do camino

Ángela García

 

El espejo de Damasco

Surjo de un sueño de quietud

donde vacilaba en moverme

y no encontraba mis vestidos

 

No tenia voz,

sin embargo sé de una ley en mí

más antigua que la noche que nos cubre.

 

Del tiempo en que el hombre

ajustaba sus gestos

a la danza del agua

y en estos valles siete maestros

fluyendo le enseñaron a tender

zurcos y forjar tinajas.

 

Estoy aquí Damasco tras el poema

ese mapa sin la doble línea

que demarca las fronteras.

 

He venido a verme en ti

con nostalgia de tus perfumes,

de tus puertas entornadas.

 

Nací en otra Antioquia

cerca de otra Palmira

en la lejana Surámerica.

 

Estas ahí quienquiera que seas,

he venido a verte en mí.

Tu rostro guarda arena

en las comisuras y en las cejas.

 

Siento el sigilo del tiempo

contenido en tu mirada

pese al camuflaje de las lenguas

y  las prédicas.

 

Apuntas tus agujas de sed

hacia lo inmenso y en el aire

entrelazas tus clamores

al fino arabesco de las golondrinas.

 

Desde lejos se ha oído el ajetreo

de tu sed de dios

cavando el pozo del miedo.

 

También tu puedes verme

frente a frente reconocemos

herencias de ruina,

 y la propia voz musgo pagano

surgiendo silencioso

de la dureza perenne de la piedra.

 

Una certeza, una estela

dejada por la caravana

en el desierto de lo no escrito.

como oasis borboteando

de la arena innumerable.

 

                                                              Damasco, 2006

                                                              Ángela García

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