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Actualización: 25/01/2012

Verónica Jiménez

(Santiago, 1964)

Poema Desembarco de las horas

 

Desembarco de las horas

*

UN niño es un huésped del mediodía

y en sus ojos guarda miradas

para mañana, para cuando

se haya destilado

esta gota de tiempo,

de tiempo que no espera.

 

Alguien piensa en esto

y garabatea una palabras

al respecto: que es más

veloz su lengua

que la canción que canta,

que sus juegos

van más rápido

que su tren eléctrico.

 

Pero el niño sólo aguarda

la llegada del verano

y de otros niños

con quienes zambullirse

en las aguas estivales del tiempo.

 

*

Desambarco de días que se suman a otros días,

el navío extiende sus velas

y tú sostienes el aire con pilares de tiempo.

 

El navío sin provisiones ancla en tus manos:

ayer es otro día, ayer es menos,

una curva zigzagueante de idas y venidas

entre tu cuerpo y las abstracciones,

más lejos aún de la tersa enredadera

del pensamiento que

con paso de equilibrista

logra exacerbar un momento

y detenerlo,

como se atrapa el viento que discurre

cargado de frases sonoras.

 

Conserva hoy lo que dijiste ayer,

-apártanos de las omisiones, tiempo bendito y

el día será un suave desborde

de buques que perduran en los escaparates

del sueño, y en la vigilia migran

hacia días venideros, con la paciente actitud

de un paisaje marino o una sombra.

 

No hemos hecho otra cosa que comparecer

ante el instante universal que se replica:

a cada momento que huye le sigue otro momento

a cada nombre que digo le aparecen nombres nuevos.

Aplacas el fuego, duplicas el aire

como una llamarada incesante.

Escribo palabras que permanecen intactas,

son insectos que suben

la sinuosa escalera del mañana.

 

La enemistad no nos impidió amar.

El paso del tiempo no nos impedirá amar.

 

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