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Gonzalo Millán

Autor referenciado en el Monográfico de:

Actualización: 24/01/2012

Gonzalo Millán

Poema Apocalipsis doméstico

Apocalipsis doméstico

 

LAS sábanas regaladas para la boda

se gastaron y tienen agujeros.

Se que quebraron los platos

en escaramuzas domésticas.

LAs tazas estan saltadas y sin asas.

Se perdieron tenedores y oxidaron

los cuchillos del servicio inoxidable.

La juguera está descompuesta.

Y empeñada la sortija  diamantes.

En el tablero del calendario

están todos los  días tarjados.

Al reloj se le acabó la cuerda.

Se aacabaron el té, el café,

el pan, la mantequilla.

Quedan sólo unas gotas de aceite.

Vacíos cascarones, de lo shuevos.

En el refrigerador hay solamente

una mitad de cebolla estreñida

y una mamadera con leche agria.

Una laucha oculta en su cueva

roe los restos de un terrón de azúcar.

La estufa se apagó anoche

después de consumir su combustible.

Cortaron e teléfono

y pronto cortarán la luz.

Quedan tres o cuatro ampolletas

indemnes en toda la casa.

Las  velas se convirtieron en cabos.

Se terminó el papel higiénico

y el esxcusado está tapado

con pedazos de papel de diario.

Se desvanecerá el jabón

en la próxima lavada de manos.

La peineta perdió otro diente.

la trizadura del espejo es otra arruga.

No queda ropa limpia.

Hay pañales sucios en la tina.

Se le cayó el último botón

que le quedaba en la camisa.

En la superficie de la mesa, 

impresiones de pequeñas manos, 

baberos, platos sucios

con migajas  y raspas de pescado.

Vasos con secas borras moradas.

En l afrutera vacía,

dormita ovillado el gato.

l auto viejo estacionado afuera

no arranca desde hace meses o años.

Inmóvil descansa con sus ejes,

sobre pilas de piedras  y ladrillos.

Le robaron los neumáticos, los focos

y cada día lo despojan dde nuevas piezas

como un gran insecto muerto

que devoraninvisibles hormigas.

El jardín está exuberante, lozano.

Invadido de malezas que asfixian las plantas.

La manguera serpeante es invisible.

Se escapó de su jaula el canario.

Y el pez de color se ahogó

y quedó flotando panza arriba

en el agua turbia de su redoma.

El perro royó su soga

y se marchó a la siga de una perra.

El lechero ya no trae la leche a la casa,

ni el suplementero  reparte periódicos.

El cartero trae sólo cuentas impagas.

Sobres con ventana que nadie abre.

Los acraeedores golpean largamente,

pero nadie abre, nadie responde.

El basurero pasa dos veces por semana,

pero lo hacer demasiado temprano.

En el patio los tarros desbordantes hieden.

El televisor encendido sin sonido

arroja movedizas sombras

sobre el suelo etalcado

por el yeso que llueve desde el cielorraso.

Un niño en un corral de palo,

entre juguetes rotos

se degañita llorando,

hambriento y mojado,

la húmeda boca abierta,

los ojos vidriosos de lágrimas,

mirando

cómo la bestia delas dos espaldas

gruñendo convulsa se revuelca

intentando devorarse a sí misma. 

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