- Inicio
- Poesía viva
- Referencias
- Reseñas
- Artículos
- Poetas
- Conversaciones
- Monográficos
- Actualidad
- Enlaces
Actualización: 30/01/2012
Gigante Malambruno
En verdad los gigantes de los cuentos me dan pena porque siempre pierden. Pero este Malambruno, con ser cruel y encantador, tuvo más suerte y no conoció su inevitable castigo ante el manchego, dispuesto como estaba éste a afrontar el nuevo desafío que le deparaba el destino. O sea, el encantamiento de la princesa Antonomasia y su recién esposo, el caballero don Clavijo, convertidos en simia y cocodrilo, y el de la condesa Trifaldi o dueña Dolorida y demás dueñas de palacio, barbadas todas por la ira de nuestro gigante. Malambruno había vengado así a su prima la reina Maguncia, del fabuloso reino de Candaya, muerta del disgusto que le produjo aquella boda. Sólo don Quijote podría desencantar a todos y a todas si se aviene "conmigo a las manos en singular batalla", escribió Malambruno. Caballero y escudero, subidos en el magnífico caballo de madera llamado Clavileño, creyeron volar en su busca. Pero la aventura tenía que acabar con ese gesto valiente, pues Malambruno sólo vive en la malvada imaginación de los duques. Clavileño, lleno de tracas, explotó y ardió. Así don Quijote vence y Malambruno, ya bueno y arrepentido, no resulta derrotado. Y los duques siguieron divirtiéndose.
Por Ángeles Mora