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Actualización: 30/01/2012

Bálsamo de Fierabrás

Dícese del célebre ungüento que don Quijote usaba para aplacar los descalabros del alma y de las carnes. No se le conoce recipiente, no lo atesoran almirez ni cofre ni redoma. Alguien juntó agua clara, hueso molido, saliva de dueña y unas barbas de nube muy azul, y desde entonces el milagro fluye sanador por las venas del hombre. El bálsamo de Fierabrás no necesita de emplastos, porque llega desde adentro y corre hacia la herida con su venda dispuesta. Se le ha visto recomponer orgullos y fémures, dolencias lúbricas, desengaños del corazón. El bálsamo de Fierabrás no se vende en botica, lo trae la misma espada que desgarra, lo inocula junto a su veneno la sierpe del desamor. Somos fuertes por él, por él somos valientes. No nos falte en la sangre su luminosa gota, y batallas nos den hasta aburrir.

Por Vicente Gallego