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Juan Gelman

Juan Gelman

Actualización: 06/02/2017

Hoy con Juan Gelman

Por Mara La Madrid

Este 14 de enero de 2016 es el segundo aniversario de su muerte
 

Quiero agradecer la amistad y hospitalidad de la Residencia de estudiantes, muy especialmente a Alicia Gómez Navarro su Directora y José García-Velasco, director honorario, amigo desde el vamos. Y a todos los que laboran en ella y hacen de esta casa un hogar.

Y desde ya a quienes han participado en esta mesa recordando a Juan. A Luis, Joaquín, gracias.

Y a ustedes, público de amigos lectores, lectores amigos, gracias por estar acá.

Leeré una suerte borrador de la cabeza, ando con la cabeza un poco borrada. Machete le decían en Buenos Aires, me gusta más el término acordeón que utilizan en México.. Menos guerrero y más musical.

 

Hoy y Cuando ya no importe.

Hoy, ese hoy que no es ni ayer ni mañana. Ese hoy que no se ampara ni en el recuerdo ni en la esperanza.  Un hoy entre morir aún vivo y las cenizas sin tumba, cenizas  que Juan quiso dispersas en un lugar que no conocía, un lugar inventado entre Nepantla y los volcanes. Como Rulfo inventó Comala, y Onetti Santa María. Un hoy atópico aunque el canto seductor de Sor Juana.  Un arroyuelo recibió las cenizas y vaya a saber qué hizo con ellas. Así son los arroyuelos de montaña. Fluyen y, cómo la poesía, vaya a saber dónde van a llegar, por más que los estudiosos se rompan la cabeza pensando en ello.

Cuando muere un autor también muere su obra, al menos se interrumpe, como la vida se interrumpe cuando la muerte.  Se pueden inventar técnicas de sobrevivencia, darle respiración artificial, copiarlo, glosarlo, seguir estudiándolo como en una lección de anatomía o establecer su mapa genético, subir sus poemas a Internet, rendirle homenaje tras homenaje, en fin, hacer un caso, memorizarlo, intentar convertirlo en un clásico.

Tales esfuerzos, ¿hacen a la poesía?

¿Cómo se atrapa, memoriza, estudia ese aliento que sostiene un cuerpo poético? Ese aliento que  ruge, solloza, ira, crepita, ríe, goza, fracasa en cada palabra, en cada sonido y en su silencio. ¿No es eso lo perdido para siempre?

El aliento del poeta Juan Gelman, ese aliento que lo llevó de Violín y otras cuestiones, su primer libro, a Hoy y a amaramara, los dos libros que escribió sintiendo los pasos de la huesuda en la azotea y que se ocupó de dejar listos para su publicación cuando decidió que su vida y su aliento, el que recibía como un “poseso”, hasta ahí habían llegado. Así se lo dijo a sus médicos: “queridos doctores: hasta aquí llegué”. SE FINI, tituló un poema.

¿Pero acaso la poesía tiene que ver con la sobrevivencia de los poetas? ¿Con monu-mentalizarlos? ¿Acaso no es invención entre un hálito, un poseso y su lengua? ¿Acaso no es “tirar contra la muerte”?  ¿Contra la muerte de ese hálito, ese poseso y una lengua? Tirar contra modelos, patrones y sesudos críticos no tan poetas. Ella anda por sí misma, desdueñada,  hasta de la misma huesuda. Los poetas mueren, la poesía sigue. El decir sigue. La oralidad, el sonido, el silencio, la música más allá de las palabras.

Eso es el Hoy que Juan nos deja y del que editorial Visor, Chus Visor, hizo una edición imprescindible para cualquier amante o amado por la poesía. Por favor, leer el último poema.

La historia personal de Juan tan pública desmerece su poesía. Que si la tragedia, la derrota, la búsqueda,  la tristeza y etcéteras varios. Me consta que a Juan sólo le interesaba la Señora que llegaba cuando se le ocurría y lo encontraba siempre dispuesto. Lo que, obviamente, desmerecía mi papel de supuesta amada, aunque muchos sabemos que el triángulo amoroso es una manera de vivir. Al menos así fue entre nosotros con broncas terribles y atisbos de divorcios nunca llevados a cabo.

El fracaso, para Juan, era una manera de insistir. Formaba parte de su hálito.

Tres fragmentos de poemas que, entiendo, son epitafios, es decir que Juan, desde el inicio, siendo muy joven, supo que en la creación no hay lugar para la eternidad.

De Violín y otras cuestiones , 1956

Epitafio

Comienza:

Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.

Y termina entre paréntesis:

(Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.)

De los poemas de Sidney West

El sapo de Stanley Hook (fragmento final)

esa noche naturalmente stanley hook se murió
antes dio terribles puñetazos a las paredes de su cuarto en representación de sí mismo
mientras el sapo sólo el sapo todo el sapo
seguía con su jueves

todo esto es verdad
hay quien vive como si fuera inmortal
otros se cuidan como si valieran la pena
y el sapo de stanley hook se quedó solo

 

Y si me permiten y no es muy tarde quisiera leer un poema que con Paola, Andrea, y Macarena leímos durante el velatorio luego que el trío de César Olguín, bandoneón, violín y contrabajo, le/nos acompañó con música.

Sobre la poesía

"Habría un par de cosas que decir/
que nadie la lee mucho/
que esos nadie son pocos/
que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial/ y

con el asunto de comer cada día/ se trata
de un asunto importante/ recuerdo
cuando murió de hambre el tío juan/
decía que ni se acordaba de comer y que no había problema/

pero el problema fue después/
no había plata para el cajón/
y cuando finalmente pasó el camión municipal a llevárselo
el tío juan parecía un pajarito/

los de la municipalidad lo miraron con desprecio o desdén/murmuraban
que siempre los están molestando/
que ellos eran hombres y enterraban hombres/y no
pajaritos como el tío juan/especialmente

porque el tío estuvo cantando pío-pío todo el viaje hasta el crematorio municipal/
y a ellos les pareció un irrespeto y estaban muy ofendidos/
y cuando le daban un palmetazo para que se callara la boca/
el pío-pío volaba por la cabina del camión y ellos sentían que les hacía pío-pío en la cabeza/el

tío juan era así/le gustaba cantar/
y no veía por qué la muerte era motivo para no cantar/
entró al horno cantando pío-pío/ salieron sus cenizas y piaron un rato/
y los compañeros municipales se miraron los zapatos grises de vergüenza/pero

volviendo a la poesía/
los poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie los lee mucho/ esos nadie son pocos/
el oficio perdió prestigio/ para un poeta es cada día más difícil

conseguir el amor de una muchacha/
ser candidato a presidente/ que algún almacenero le fíe/
que un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/

y nadie sabe si eso ocurre porque se terminaron las muchachas/ los almaceneros/ los guerreros/ los reyes/
o simplemente los poetas/
o pasaron las dos cosas y es inútil
romperse la cabeza pensando en la cuestión/

lo lindo es saber que uno puede cantar pío-pío
en las más raras circunstancias/
tío juan después de muerto/ yo ahora
para que me quierás."

 

Gracias Pío-pío.

Buenas noches.

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