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Actualización: 24/01/2012

José Juan Tablada

De Coyoacán a la Quinta Avenida

Por Luis Antonio de Villena

Un gran moderno

Entender a José Juan Tablada

Para unos es todavía un modernista que jugó a la vanguardia, entendiendo por tal que su vanguardismo es más superficial (o decorativo) que profundo. Para otros, fue un modernista decadente y de los más significados del idioma (véase la Canción de las gemas) que luego, sobre todo a través del caligrama, se sintió tentado -y con arte- por las primeras formas vanguardistas. Para otros más -entre ellos Octavio Paz, que lo apreció claramente- José Juan Tablada (1871-1945) es no sólo el primer introductor del haiku japonés en lengua española -con el libro, publicado en Caracas en 1919, Un día...Poemas sintéticos- sino que fue bastante más lejos en ese camino, no sólo avanzando en la elaboración del haiku hasta mexicanizarlo , sino sobre todo (o además) escribiendo textos en prosa que acercaran el mundo de la cultura nipona a la hispánica, como Hiroshigué. El pintor de la nieve, de la lluvia, de la noche y de la luna de 1914.

 

Nacido en un ámbito de alta burguesía, cercana al mundo del general Porfirio Díaz, pero persona muy culta, plena de curiosidad y de vastísimos intereses, José Juan Tablada era un gran moderno dentro de la refinada sensibilidad de un decadente adaptado a las distintas horas de un periplo cultural muy rico. Notable poeta, notable prosista y notable periodista (muchos modernistas ejercieron muy bien el periodismo) Tablada vivió tiempo en París y bastante más en Nueva York -donde murió- porque esas eran las capitales culturales de la hora, y también (¿porqué no decirlo?) porque su relación con los gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana nunca fue buena del todo o sólo a rachas. Sus Crónicas parisienses de 1912 son la cara de una moneda que haya aún su lado mejor en la columna que publicó algunos años, Nueva York de día y de noche, que duró hasta 1934. Sus gustos por el espiritismo y la teosofía (muy modernistas) casaban con su afición a todo lo moderno, de modo que Maples Arce lo incluye en su Directorio de vanguardia -1921- que es, al lado del manifiesto inaugural del estridentismo, lo más significado de la toma de postura vanguardista en México.

 

Quizás no era fácil entender o valorar a José Juan Tablada por todos los campos y matices en los que quiso moverse, haciéndolo además con evidente calidad y un buen gusto acerado: del decadentismo a la vanguardia, del indigenismo o la cultura popular mexicana (recordemos su poemario La feria de 1926) hasta la interpretación del Japón clásico o de la cultura moderna y renovadora del Nueva York posterior a la 1ª Guerra Mundial... Para muchos -demasiado planos en su adscripción revolucionaria- Tablada es excesivamente refinado, excesivamente cosmopolita. Sin duda no habían pensado que esas supuestas "faltas" habían sido, hasta hacía muy poco, notables carencias de las culturas hispánicas a mpartir de la Ilustración. José Juan Tablada no es un escritor fácilmente reducible a un prisma (y la presente antología lo muestra bien, pese a quedarse algo corta en la parte estrictamente poética), pues si el Tablada prosista, con ser importante, nos muestra su ansia de modernidad, quizás el creador más original -con sus cambios- está en la poesía, novedosa y brillante. Tablada es un puente entre el modernismo y la modernidad, y en tal sentido un autor fundamental. No un genio (que siempre es raro, insólito) sino un gran, un poderoso y muy sutil escritor. Recordarlo -visitarlo de nuevo- no sólo es necesario sino un gran placer. El placer de un viaje, inquieto y seductor. No se lo pierdan. (Lástima que se perdiera su novela La nao de China, que escribía hacia 1914).

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