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Omar Pimienta

Actualización: 24/01/2012

Omar Pimienta

Poemas sin título 


Los suicidios en la ciudad de Tijuana son inevitables

Hector Daniel Gómez Nieves

 

Pasamos por ella con flores para que se quede
en un carro largísimo donde en realidad inicia el farewell
un ritualito de insomnes en un lugar privado
últimamente prefiero evitar las fiestas largas
a esta vamos todos sin remordimientos

ella trae un traje sastre para saltar al vacío
una corbata larga demasiado demasiado larga
del color del valor suficiente de un día cualquiera

todos nosotros traemos ropa de domingo
de un domingo corto igual a todos los domingos

Granola y yo bailamos un danzón poco admirable
Abril sostiene una cerveza y viceversa
Lorena ríe sentada

el tambor baila con su bufanda verde colgada de sus hombros
Rafa no ha llegado seguramente está en una mejores fiestas
Karina juega billar en una mesa de hielo
Amaranta no vino

Ninis baña con espuma al mundo
pregunta por los invitados que faltan
las manos llenas de betún le hacen cosquillas
en ausencia de respuesta se embarra la nariz con el índice y sonríe
Jenny, Gaby, Pato, Laguana Altanoche todos hacemos un circulo

Ella pasa a bailar al centro de la pista el mundo calla.

 

 

(Para Abril)

Highrollers de Tijuana a Las Vegas
de sin city a sin city en una pontiac montana

antes de tirar los dados
flashbacks:
yo: el cáncer se come a doña Sara un domingo por la tarde

Pato: doña Rosa se desploma por la mañana al alistarse para el trabajo
 un derrame cerebral y el Seguro Social terminan con ella

Laguana: se rinde el hígado de don Juan baja la bandera a cuadros
pone fin al cuarto de milla que rigió su vida

con la ruleta al frente dejamos de preguntamos qué haríamos con un millón de dólares
no hablamos del futuro: perro que viene a masturbarse en nuestros pantalones sucios

la meta siempre fue quebrarse: en el asiento trasero de un taxi
en el último segundo del partido
con la botella en la cabeza del otro

nunca jugamos a ser dios dios bajó a jugar con nosotros un rato

Highrollers este ya no es un juego de gastar fichas
una tras otras tras otra tras otra apostémoslo todo que no es ni tanto
no sería la primera vez que amanecemos golpeados
en este callejón oscuro con el sabor a sangre y el olor a dólar de nuestra sin city

highrollers hagan sus apuestas
arriba tenemos
quien cargue los dados.

Tenemos un mar de mierda
gente parada perpendicular a la orilla vigilando un muro
a la espera de un cambio de turno
un tsunami que los arrastre hasta San Diego

un mar al que desemboca la ciudad entera
cuando llega el niño y nos llora por días y noches

tenemos casas de cartón que flotan hasta el mar
un mar de mierda californiano Pacífico
nuestra mierda y la de otros
del cual alguna vez me sacó de las greñas el fantasma de mi madre

frío la mayoría del tiempo
aunque parezca raro que la mierda pueda ser fría
un mar con olas de fósforo que ilumina los cuerpos por las noches
arena que diluye los nombres de todos los que vemos el horizonte
con las narices tapadas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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