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Javier Alvarado

Javier Alvarado

Actualización: 12/12/2017

Javier Alvarado

El poeta es Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador 2017

Poemas Sin título (Del himno de las desapariciones), Mayamugá, El borriguero y Los panameñitos en padacititos

Sin título

Ya la luz se habrá posado sobre los árboles hundidos como una temible dehesa.
No recuerdes esos pasos que se abrieron y se agigantaron para reconocer a la montaña.

Escaparíamos de los metales y de las piedras preciosas,
Mientras nuestras leyendas duermen sin importar la canción y el precipicio,
Esa agitación que nos devuelve a la tempestad sangrienta,
Un rayo que destierre la enfermedad de otros visitantes,
Un fuego plano que atraviese el cañaveral y las aguas.

Así estarás tú, ahora que hay verano, ahora que hay invierno y no llueve;
Que se ha ido para siempre la congoja que hincha los lirios,
Que nos hemos puesto a llorar y que el río ha decidido salir de nuestros ojos
Y de nuestros ojos sale abundante leche de sapo,

Una leche de sapo
Que enceguece a las estrellas, a la voluntad de las membranas, a los caminos donde nos perdemos

Al cuartearse nuestro sollozo sobre el barro implacable.  Ya no hay río.
Ya no hay tierra.  No hay sentimiento ni melcocha.   Acampemos y durmamos
Cerca de mi casa.  Mi casa está bajo el agua.  Allí crecí.
No tengo a donde ir, a donde morar, a donde emigrar,

Ya no somos aborígenes, ya no somos indígenas,
Ya no somos cholos,

Ya no somos amerindios   isleños   norteamericanos    centroamericanos o sudacas.
No hay visita a nuestros muertos, cuando ha quedado el cementerio bajo el agua,
Las moradas familiares junto al delirio de no tocar las piedras
Dimensionadas por nuestros ancestros.  Así hemos venido en marcha todos,
Descalzos con la tierra, el agua a las rodillas
A ver como se inunda el cementerio comarcal y dejar en esa caminata
Algunos versos   algunas ofrendas   que deleiten y despidan     al Tata y a la Mama

A los hermanos

A los pájaros terráqueos, a las iguanas del aire, confundiendo algún reloj
O alguna pavana en marcha.
Bajo mis pies
Están los restos mojados de mis padres.  Ya no podré tocar nada que nos retraiga
Como la tierra o el recuerdo del lodo y las hierbas silvestres.
Más pequeños nos hacemos
Cuando el proyecto de la hidroeléctrica inundó nuestras chozas
Y el tributo a los que habitan el otro plano, la pradera de otra realidad.   Ahogados todos.
Ahogada mi historia.  Ahogada tu historia.  Ahogada nuestra historia.
Ahogada la luna.   Ahogado el sol.

(Del  Himno de las Desapariciones)

MAYAMUGÁ*

Mayamugá, niño ngäbe, niño buglé, niño naso, niño bri-bí,
Mayamugá en tu bolsa de chacarero,
En tu bolsa donde creces,
En la tierra donde germina el maíz de las alucinaciones.

Mayamugá porque nosotros habitamos Abya Yala.

Mayamugá porque nosotros la habitamos primero.

Mayamugá porque la tierra es tuya.

Mayamugá porque la tierra es nuestra.

Huyendo de esta sucesión que se prolonga
De este ruido interestelar de los bueyes
Que acobardan a la ausencia de la risa,
El moracho que pisotea las aventuras del agua
La mágica tiara que flota en el aire
Develando la nervadura de un bostezo.
Son estas lluvias que me elevan, que me aguardan
La pregunta que huye del templo hacia una veta de oro recién cumplida,
La pica de un minero que estalla en el casco de una aurora boreal
Antiguamente abierta;
Espejos, fantasmas, deambuladores de un reloj que se activa con las radiaciones de la peste,

La peste que viene con sus ratas y con sus ojos vaticinados por el crudo hielo de las inmolaciones,

De los árboles que invocan entre llantos la locución ngäbe-buglé de la piedra

Los textos que me apetece poner a colgar en las quinielas del árbol
Como si entrara a un hogar donde las telarañas aguardan el regreso del amor
Contemplando al madrigal en su guarida,

Al erótico jaguar tragando oro, a los amantes tragando minerales en las olimpiadas nocturnas,

Por la tierra que supura oro, por la tierra que supura plata,
Por la tierra abajo que hace explotar los pulmones a los mineros,
Por la ceguera con balines, por el cáncer del río, por las frutas con dueño:

Mayamugá, niño ngäbe, niño buglé, niño naso, niño bri-brí,
Mayamugá en tu bolsa de chacarero,
En tu bolsa donde creces,
En la tierra donde germina el maíz de las alucinaciones.

Mayamugá porque nosotros habitamos Abya Yala.
Mayamugá porque nosotros la habitamos primero.
Mayamugá porque la tierra es tuya.
Mayamugá porque la tierra es nuestra.

EL BORRIGUERO

“debía arrebatarle del hocico de un borriguero azul, la flor amarilla que llevara.”

A Joaquín Beleño y a su Flor de Banana

El borriguero ante la ceniza se concentra;
Abre su camino en la sombra, plasma sus ojos
Inundando la llanura con un miedo esplendente.
Fija al caminante su auriga de colores,
El espacio soleado detrás del lomo
Donde el desamparo nos apacigua
Como el retorno a la niñez
En esa carrera por alcanzar el agua,
Por descifrar nuestras historias
En las hojas de los plátanos.

Huyen de nuestra presencia mientras todos duermen,
Mientras otros se despiertan.  Nuestra respiración
Es un aviso para la búsqueda del cuerpo,
Para la llamada itinerante de los astros. 

Van desde una página
De tierra
Hacia un abismo en blanco.
De algún agujero
Salen,
De otro vuelven a aparecer fisgoneando la receta
Del mago, del brujo, de algún enfebrecido alquimista.

Corren cubriéndose de musgos y polvo;
Nos despiden con la vertiginosidad del color en nuestros párpados.
(Ese misterio de la danza y el fuego salvaje;
De la corona de helechos,
De la leña en el horno, de la posesión humana del guijarro).
Aún no sé de qué huyen, de qué materia están hechos
Por qué giran musicalmente en el centro del reloj;
Por qué le temen también
Al vuelo meditabundo de los pájaros.

Yo los atisbo con toda la alienación del horizonte.
Nunca he corrido junto a ellos
Buscando la quebrada,
La ilusión, el tacto, una flor amarilla en la boca
Como en la novela de Beleño.

Hay que agarrarlos.  Corre.   Alcánzalos
(Cuando veamos la flor ambarina para alcanzar la aurora o a la tarde
De nuestros deseos).
Yo sólo busco sus palabras
Como el gran llamado de mi madre.

Los borrigueros me llevarán de vuelta a casa.

LOS PANAMEÑITOS EN PEDACITITOS

Yo, mamá, mis dos hermanos
y muchos…

tan sólo deseamos

desaparecer
en pedacitititos

Carlos Germán Belli, Segregación No.1

Mientras un poeta indígena
Toma con su natural talento
El canto genésico del pájaro, lo ensaliva
Y lo anota hasta suceder en el coloquio
De la rama; mientras va desarrollando
Toda una arquitectura pluvial con el lenguaje,
Mientras los animales trascienden en denotadas metáforas
La voz que va impeliendo el arado sucedáneo
La aldea es asaltada por manos terrícolas ¿extranjeras? ¿Originarias?
Y ese hermano indígena sólo puede denunciar
Aquella masacre del rio y de los platanares
Con sus onomatopeyas escritas,
Con su música salvada;
Nos vienen a hablar de sus tribus y sus plumas,
De sus cantos ubérrimos como la flor del café
Como el maíz que se acrecienta
En la heredad terrena de la fiesta.

Sucede que mientras alguien en otro lugar
Enciende una bombilla
En Bonyic y en otras partes de las comarcas
La turbina de la corriente eléctrica
Se hace rodar por el agua y la sangre
De los mitos,
Por las rayas sonambúlicas
De los tigres, por el insomnio
De la lluvia en los letreros
De las nuevas fábricas, de las nuevas formas
De explotar
Asalariando al pobre
Comprando el latifundio, desnudando el grito
Las flores cercenadas.

Yo pongo mi pecho esta vez
Con la hemoglobina de la armónica,
Con el verso blanco de los días alucinados con el pan,
Con la mesa despojada del condumio, las horas que se nos parten
Con los zapatos de los policías,
El tropel autoritario armado, los mercenarios, los dueños de empresa
Mientras van ovulando las doncellas
Con atributos de vértigo y escarcha, mientras se recolecta el idioma
Y la poesía de las siembras, se llenan los motetes
Con las plegarias y el canto de los jefes de familia,
Una tertulia de gallos, un orgasmo de cohesión
Y esa tonada vertebrada de toda la conquista,
Del llanto y la cruz, de la confusión en los ojos
Llegando con nuestros espíritus a cuestas          (la cholitud)
Los cholos        los cholitos            las cholitas
Todos nosotros dispuestos a no ceder
La cultura y la parcela;
Negándonos a represar el rio, nos van abriendo una guarida
Con la retroexcavadora
Para nacer, para criarnos todos,
Para hacer de esa minita una casita,
Y entramos mil,
Diez mil
Cien mil
Cholitos y cholitas  (metamorfoseados en pepitas)

(Para enterrarnos en una veta)

(Adentro todos
Los panameñitos)

(Adentro todos)

(En
Pe
da
ci
ti
tos.)

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