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Javier Alvarado (Panamá)

Javier Alvarado

Actualización: 05/10/2012

Javier Alvarado

Poemas Soga y más soga con Marina Tsvatieva y Vuelta a la  Tstatieva

Soga y más soga con Marina Tsvatieva

 

Bufón_ Que me ahorque.  El que en el mundo

está bien ahorcado, no teme ya

a los colores

Shakesppeare, Noche de Epifanía

 

Dicen que empiezan a ver colores, que no hay remedio

Para volver a su condición de respirante,

Ese es el augurio y la posesión de ahorcado,

Ahora aquí está ella, con el regazo a oscuras

Y una soga enroscándose a su cuerpo como un arrullo de serpiente,

Ha querido colgarse del Kremlim o de la corona de los zares

Donde el miedo es una hogaza de pan que sigue tiritando en el horno,

Una falsa traqueotomía para la vida, la verdadera conflagración contra ti misma,

Contra tus ojos claros y contra el pelo corto

Desde tu daguerrotipo casi adolescente,

Restañando esa parte del diluvio que se advino contra ti

Como una lanza mortal, contra esa lluvia y sus dardos fetales

Naciendo en el descreimiento de toda ecuación posible.

Nadie bebe de la noche su antagonismo de veneno

Su cráter lunar donde seguro han de estar las poses capitales

Para determinar el horario de las muertes,

Las balas que han de traspasar la boca de tu esposo

Y el recuerdo de tus amantes etéreas que se adormilaron

Con la primera canción de cuna y el hijo acribillado

Por los minerales de la heredad sangrienta, todo eso

Para tomar el cordel y dar la forma del anillo nupcial

Para el pescuezo,

Luego dejarse ir y patalear nuevamente

Como un Dios

En la placenta del aire.

 

 

Vuelta a la Tstatieva

 

Me cuenta un biógrafo que a través de un resabio de cristal

Pudo visitar Rusia y tertuliar  un rato

Con Marina Tstatieva.  Ella lo recibió con su rostro de hambre

Y el vestido raído y con el vaso de agua desbordado por la vendimia de los años

Y le brindó rodajas de salmón desesperadamente

Después de haber tomado

El vaho del día y las temibles noticias, de deudas

Muertes y encarcelamientos de vecinos y seres queridos.

El salmón –eso me cuenta- fue un regalo de Pasternak

Desde muy lejos, desde su cabaña donde podía ver el sol

Y el hielo que copulaba entre el aire y las cordilleras

De un marasmo, casi mortal, y donde los días solían ser espléndidos

Antes de la guerra y de las persecuciones

Y donde ella afirmaba que si hubiese conocido a Blok ella lo hubiese salvado

De la muerte, de ese miserable designio que arranca

De la fertilidad o la esterilidad a los poetas

Y que afiebrada prosiguió a leerle algunos versos

Oh MUSA DEL LLANTO, las más bellas de las musas

Y de ahí en adelante todo fue blanco y todo fue borrasca,

Un aguijón de estrellas para beber el café mugriento

Los panes quemados, las raciones lamentables para la apetencia

Y siguió leyendo hasta tomar un poco la costura

Dejada al descuido sobre el tiempo

Y afuera los caballos galopaban tratando de rumiar la libertad del horizonte

Las esquirlas intocables de las praderas afiebradas

El bastón de ébano que tendían los magos a la tertulia insaciable

Como un acertijo de bastos para la ausencia de los tropos

Que nos hacían caer verticalmente por un río

De espesa niebla, eso lo pintaron después algunos caricaturistas

Con sus tintas esclavas, aumentándole luego un par de historias

De romance o de preguntas que nos tocan el labio o el pececito de la espalda.

Hasta en las cenizas, nos sublevaríamos en rosa o en poema.

Y el biógrafo (que no conozco)  y ella

Empezaron a atravesar la vasta noche

Que era como un solsticio

O como un páramo

Donde habitaban las especies desterradas

De ese imperio anterior, a lo que sucumbe

Y no da paso a la vida, tan movida para los que intentan

Cruzar la alambrada de la imposibilidad;

Ella, paloma de tierra, atadas las alas, cacofónicamente

Solía ir hacia las praderas y dejar poemas de protesta

En las ventanas, en los ofertorios del triunfo

En la ceniza,

La agilidad mental de su cuerpo

Que se balanceaba por las calles

Y eso era como ser miembro de la joven guardia

Cuando los himnos de la guerra

Eran audibles en todas las esquinas

Y la nieve era más mortal

Como el invierno en las entrañas

-Carcomiendo-

Todo recuerdo hermoso

Para volver cadáver

A las primaveras recolectadas en el cesto

Donde seguro nacerá un poema,

Una rama vertical de oro sobre el asombro.

 

 

Javier Alvarado

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