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Ilustración de Juan Vida

Autor referenciado en el Monográfico de:

Actualización: 25/01/2012

David Villagrán

Poemas Te han dicho del mar y Para abrir los ríos

Te han dicho del mar

 

SON las horas

Apropiadas de un cuerpo inestable

Viniste de otras tierras por llanos y montes

Que no saben deletrear sus nombres

 

Perséfone

Antes de tu imagen completa, la mitad

Solo la mitad de la herida

Pensamos en viajar a roma,

Pero nos quedamos entremedio

 

Y es cierto, me conociste,

Hasta las gradas del circo estaban llenas de leones

Fuiste como una cierva sedienta cuando entraste tan

oriente

Y dijeron no te asustes, no recojas tu mitad de las estrellas

Si ves que la sed vale por mil llagas

Y estas sangraron y sonaron tan lloviznas

 

¡Cuántas ruinas todavía urgen por templar su voz!

El incienso apagó la saliva que arrojaron nuestros hocicos

No llores

Mi casa, tiene que beber sus propias lágrimas

 

Coro que te adueñas de estas manos

Y más grave aún

Adobas la sangre sin derramarla

¿Por quién hurtas de pie el vacío?

 

Otro era el canto

Manos como bocas abren llaves que pasarán

Como animales de cal entre los bosques

El aire y el circo serán divididos

Por esta bestia de línea.

 

Perséfone

El cuerpo te llama por donde se deja brillar un arma

¿Adónde van a dar las ruinas de mi sangre?

¿Porqué hurtas de pie el vacío?

¿Qué queda para estos corazones

Con su mismo juez verdugos

Espalda con espalda. Cerrándose a horcajadas?

 

 

 

Para abrir los ríos

ANTES hay que probar con el mar

Cuántos principios hay para este mismo sueño

 

La tarde nace lejos de las casas

Cada raíz escancia un vino que nadie beberá

A la noche solo se la oye pasar como una nuez

Rodando

 

Cuánto camino y no es esa la noche

Ni la tarde, la que se acompasa oscura

Estoy seguro de algo que vendrá

Y que tampoco es este viento con su lápida de espaldas

 

El viento solo se destila cerca de los puertos

Y aunque moribundos piensen temprano en su adiós

Quizá sólo se embarquen conmigo

En una borrachera soñada por el grano

 

Ay, estos muertos verdaderos

Navíos entre un pueblo y otro, y casas

De follaje tierno cuya gente nace solo para oír

Como sus ríos los sacuden sin nada pendiente.

 

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